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A GUARDAR A GUARDAR, CADA COSA EN SU LUGAR

  • Florencia Santa Olalla
  • 12 ago
  • 9 Min. de lectura

Era una noche lluviosa de abril cuando me acerqué al Gaumont, a la mítica sala Leonardo Fabio a ver “Adiós Sui Generis” el documental de la despedida de la banda fundamental del rock argentino, filmado en septiembre de 1975 durante las funciones realizadas en el estadio Luna Park. Podía ser una noche más de una función especial, pero imaginate la sorpresa de todos cuando ahí mismo íbamos a compartir la noche con nada más y nada menos que Nito Mestre.  

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Ilustración hecha por Flora Toyos - @flora.te


Dado que toda esta función se dio bajo el marco del BAFICI, antes se brindó una breve charla donde Bebe Kamin, director del documental, nos contó una breve anécdota sobre la película y anunció que íbamos a ser los afortunados en ver esta copia en 35mm salvo por los últimos minutos que serían en digital dado que el último rollo de la película se había perdido y por suerte alguien del equipo técnico había podido salvaguardar una copia digital. Fue inevitable pensar ¿qué hubiera pasado si uno de los del equipo no hubiera guardado esta copia? ¿Nos quedaríamos sin el final? ¿Y cómo fue posible que una obra de esta magnitud no hubiera estado guardada bajo 7 llaves, bajo el cuidado correcto? ¿No existe un lugar donde se puedan guardas las películas en nuestro país? 

 

A raíz de esta situación entra en juego Eugenia Izquierdo, investigadora y licenciada en Cine y TV por la Universidad Nacional de Córdoba y doctora en Cs Sociales por la Universidad de Buenos Aires, quien me permitió ahondar en el tema. Si tenemos “supuestamente” una Cinemateca Nacional, ¿por qué no está funcionando como es esperado? Y, ¿por qué estaría bueno (o no) que cumpla su función para el resguardo de nuestro acervo fílmico que es sin duda parte del patrimonio cultural?  

 

Pero para poder entender la actualidad precisamos tener un poco de contexto sobre la historia de qué hicimos como país para la preservación. En su libro “Cine y preservación. Los archivos cinematográficos en la Argentina” (2020), la Dra. Izquierdo nos detalla una breve historia (que hoy voy a hacerla aún más breve) acerca de los primeros archivos cinematográficos, que datan de finales de la década de 1930 donde aparece la primera institución: el Archivo Grafico Nacional (AGrafN) -que se va a extinguir en 1955-. A partir de ahí y con el surgimiento de un fuerte movimiento por parte de los cineclubes argentinos que comenzaron a reunir y conservar obras cinematográficas nacen dos instituciones: el Primer Museo Cinematográfico Argentino (PMCA) y la Cinemateca Argentina (CA). En el año 1957 se sancionó una ley para regular la producción cinematográfica lo que impactó indirectamente en la preservación ya que estableció el depósito obligatorio de copias en los archivos cuando las películas recibían dinero público para su producción y sentó las bases para el surgimiento de la Cinemateca del Instituto Nacional de Cinematografía (INC). Luego, en 1968 se creó la División Audiovisual dentro de la estructura administrativa del Archivo General de la Nación (AGN), que entre los documentos audiovisuales a preservar incluía el acervo del AGrafN. Ya en la década de 1990 se sumaron a la preservación cinematográfica coleccionistas, críticos y realizadores, entre ellos Hernan Gaffet, Fernando Martín Peña, Octavio Fabiano (estos últimos dos fundaron en 1993 la Filmoteca de Buenos Aires). Y finalmente, en el año 1999, se sancionó la ley 25.119 CINAIN, que declaró el estado de emergencia de patrimonio fílmico argentino y creó la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional que se implementó recién en 2015.  

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Con tantas fundaciones, instituciones y organizaciones públicas o privadas era de esperar que haya conflictos entre ellas, una lucha de poderes tras la bandera de la preservación y spoiler alert, eso es lo que ocurrió. En palabras de la Dra. Izquierdo “La ley tuvo su parte de buena intención y tuvo una parte que es bastante triste que haya ganado tanto peso. La disputa política en ese momento era restarle poder al Instituto de Cine. Entonces la ley se crea con la hermosa intención de generar una nueva institución que proteja el patrimonio cinematográfico argentino y también con la segunda intención de restarle poder a determinados grupos muy poderosos que eran en ese momento el Instituto de Cine y algunas instituciones del tercer sector que habían asumido la preservación”. 

Entonces sabemos que hay instituciones dedicadas a la preservación y cuidado del patrimonio fílmico, pero entonces ¿qué es lo que está fallando? Se podría decir que el conflicto de intereses podría ser el principal problema. “La ley directamente ataca los intereses del Instituto y ataca los intereses de las instituciones preexistentes de preservación, como son la Fundación Cinemática Argentina y muchos otros que tienen en su poder un patrimonio importante (podemos cuestionar la forma en cómo ese patrimonio llegó a sus manos, lógico). Pero lo cierto es que cuando uno llega a un campo donde hay una experiencia preexistente, debe legislar o debe intentar insertarse sobre lo existente”. Ahí es donde el conflicto no debería taparnos el bosque para retomar la importancia de preservar el patrimonio cultural.  

 

¿Es el cine parte del patrimonio cultural?

 

Ahora bien, para poder entender la importancia de la preservación de nuestro acervo fílmico es ideal entender también qué se considera como patrimonio cultural. Según el marco legal “se entiende por “bienes culturales”, a todos aquellos objetos, seres o sitios que constituyen la expresión o el testimonio de la creación humana y la evolución de la naturaleza y que tienen un valor arqueológico, histórico, artístico, científico o técnico excepcional. Se entiende por “bienes culturales histórico-artísticos” a todas las obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza, de carácter irremplazable, cuya peculiaridad, unidad, rareza y/o antigüedad les confiere un valor universal o nacional excepcional desde el punto de vista histórico, etnológico o antropológico, así como las obras arquitectónicas, de la escultura o de pintura y las de carácter arqueológico. Por lo tanto, será un bien cultural histórico artístico aquel que pertenezca a alguna de las siguientes categorías: (…). Los bienes de interés artístico tales como: Los documentos de archivos, incluidos colecciones de textos, mapas y otros materiales, cartográficos, fotografías, películas cinematográficas, videos, grabaciones sonoras y análogos”. 

 

Está claro que, dado lo mencionado anteriormente, el cine está más que adentro en lo que es el patrimonio cultural. Pero como un país que se muestra orgulloso de todo lo que nos hace ser argentinos (¡MI PAIS, MI PAIS!) cuesta creer que no nos preocupe la preservación de aquello que relata nuestras historias, nuestra forma de ver las cosas. El cine muestra parte de nuestra cultura e identidad. Como decía aquel spot de hace unos meses atrás: No es solo cine, es cine argentino y eso es lo que marca una diferencia. 



Entonces repasando, tenemos un gran acervo fílmico que forma parte de nuestro patrimonio cultural, tenemos instituciones que se dedican al archivo y preservación de los filmes, volvemos a la pregunta ¿qué es lo que estaría fallando? 

 

Algo que surgió constantemente en nuestra conversación con la autora e investigadora fue la palabra estructura. Si bien la CINAIN nace en los papeles, es una institución que ahora va a cumplir 25 años sin que se haya designado un directorio y mucho menos un organigrama, por lo que se encuentran también ante un proceso administrativo en el cual no se puede empezar a trabajar dado que no están los cimientos sobre los que construir. A raíz de su experiencia como becaria en el departamento de fondos fílmicos en la Filmoteca Española, Izquierdo cuenta que “la idea de una mega sede que todo lo abarque, a la gran mayoría de las instituciones europeas les tomó 70 años, funcionando en garajes, funcionando en lo que les prestaron, haciendo una función de cine por semana en una sala de barrio. Así se constituyeron todos los proyectos de países con mucha más conciencia y mucho más patrimonio que el nuestro”.  

 

Más allá de la estructura, otro de los problemas que atraviesa la situación actual es el desconocimiento del estado del campo, y esto como se mencionó anteriormente es a que muchas copias se encuentran en manos de privados y otros tanto no llegan a manos de las instituciones. Por lo tanto, si bien es genial la creación de una CINAIN, no se hizo el trabajo inicial que es conocer el campo en el que se va a trabajar, “la APROCINAIN (Asociación para el Apoyo al Patrimonio Audiovisual y la Cinemateca Nacional) instaló un eslogan que el 90 % del cine argentino murió, se perdió. ¿Cómo sabes si nosotros no tenemos un catálogo integral de la producción nacional?”, cuestiona Izquierdo. Y es una realidad que en Argentina no hay registro de que se haya censado desde el INCAA o de ninguna de las instituciones mencionadas anteriormente. En el país vecino Brasil, por ejemplo, realizó un censo que le permitió tener una historia archivística, desde su Agencia Nacional de Cine (ANCINE) creada en 2001.  


“Necesitas un censo primero para evaluar y al mismo tiempo una estructura que te permita reunir todas estas partes”, asevera la especialista.  

 

¿Seguir el ejemplo?

 

España cuida el patrimonio fílmico... Brasil cuida el patrimonio fílmico... ¿No podríamos tomarlos como ejemplo y aplicar esas políticas en el país? Al consultarlo con la investigadora, ella es contundente al decir que los modelos de preservación no son replicables, pero sí, dada su experiencia como técnica del área de preservación de filmes en la Cinemateca Brasileira, cree que hay problemas que se presentan en Argentina que podrían encontrar solución en el modo en que trabajan en el país vecino. Más allá de que haya una institución que lo abarque todo se trata de que comenzar con la institucionalización de preservación y todo lo que con esto conlleva: un área de guarda, recursos técnicos profesionales y especializados en la identificación de material e investigación sobre qué puede ser parte del patrimonio o no.  


También, según la Dra. Izquierdo, “en la Argentina no existe hoy una institución que tenga condiciones adecuadas para guardar el nitrato, cuando en todo el mundo eso se resolvió en los ‘90”. Y en un punto tiene razón, ya que lo más reciente que se supo en cuanto a alguna medida realizada por la preservación ocurrió en noviembre de 2023 cuando Tristan Bauer, ministro de Cultura de la Nación desde 2019 hasta 2023, inauguró un contenedor especial adaptado para la conservación de material fílmico a base de nitrato de celulosa en Campo de Mayo donde, a partir de esto, más de setenta títulos audiovisuales que forman parte de nuestro acervo cultural serían preservados de forma más adecuada.  

 

Por lo tanto, si bien nos encontramos avanzando de a pasos muy pequeños con estas medidas, podemos decir que nos encontramos en el punto de partida, sin tener un lugar físico al que podamos recurrir ya que no hay una legislación sobre el mismo, lo que nos lleva a otro tema ¿qué tanto material hay afuera del que no sepamos nada?  

 

“Son innumerables los casos en Argentina en los que aparece patrimonio tirado en la basura. Y eso hay que anclarlo a la ausencia de una política pública”. Pensemos en el heredero de un productor de cine, muere su padre o su abuelo, ¿a dónde llevaría su obra? O mismo vos te encontrás con algo que creés valioso, ¿a dónde lo acercarías? Ante esto Izquierdo, critica: “Ante esa imposibilidad de tener una estructura sólida, como podría ser la Biblioteca Nacional, -por ejemplo, se muere un escritor y la familia va a la Biblioteca Nacional y dicen tenemos la biblioteca de fulano, ¿la quieren, no la quieren?, quiebra un diario y van a la Biblioteca Nacional- esto no lo tenemos en cine, no lo tenemos en fotografía”, y agrega: “está el mercado, donde circulan materiales, vos buscás en Mercado Libre y tenés material, obras cinematográficas con valor patrimonial circulando en el mercado”. 

 

Ante la reciente historia del cierre del Museo del Traje y que sea posible que se vea en juego ese archivo histórico el cual también es parte del patrimonio cultural, más allá que indicaron que sus colecciones estarían en otros centros culturales, uno se pregunta cuál es el lugar del Estado para con las instituciones encargadas de la preservación del acervo fílmico.  

Si bien el gobierno actual tomó una postura desafiante contra INCAA, en julio de este año publicó en Boletín Oficial la resolución nº 398/2024, donde se le requiere al Instituto la creación de la “coordinación de cinemateca, biblioteca y archivo de la imagen nacional” y del “departamento de biblioteca especializada”, suprimiendo las actuales unidades con acciones similares. Lo regulación estatal vuelve a estar en el centro, y digo vuelve porque el Estado no siempre se mantuvo al margen. 

 

“No es verdad que el Estado no se dedicó al tema, el Estado argentino ha tenido periodos muy intervencionistas, probablemente el único Estado latinoamericano que hizo una expropiación de patrimonio fílmico. Siempre tuvimos instituciones estatales, son las universidades, es el Museo del Cine… el Estado argentino ha tenido participación en la preservación del patrimonio, ha absorbido recursos enormes en ese campo. La disputa ha sido siempre por los recursos”, asevera Izquierdo.  

 

Viendo hacia atrás, la historia de los últimos 20 años, el panorama es desolador, el tiempo dirá si con esta resolución la reconstrucción de nuestro patrimonio fílmico es posible. 

 

No hay otra forma de comprender el mundo que no sea a través del cine

 

Claramente esta película tendrá un final abierto y algo desolador podría decirse. Si bien, como se demostró, el Estado tuvo su presencia en el campo de la preservación cinematográfica, no podemos hablar de que se haya instalado una política pública que nos permita generar una conciencia social acerca de la importancia de la preservación del acervo fílmico.  

 

De todas formas la esperanza del funcionamiento de una institución capaz de superar a sus antecesoras y que de respuesta finalmente a la demanda de resguardar el patrimonio fílmico sigue vigente. Y tomando las palabras de la Dra. Izquierdo en su libro Cine y Preservación (2020), es imprescindible para ello que se garantice la autonomía institucional y que así la CINAIN logre conocer y acceder a materiales en poder de particulares sin resistencia u ocultamiento.  

 

“El cine es una parte fundamental de estos últimos 120 años porque ha puesto la mirada sobre toda la experiencia humana. El cine lo ha contado todo y, como experiencia vital, tiene su propia potencia, lo que hace que , frente a la ineptitud y a la incapacidad de sistematizar un proyecto de preservación, igual haya mucho patrimonio preservado”, celebra Izquierdo.  

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