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CIENCIA ARGENTINA PARA NUTRIR EL FUTURO

  • Rocío Larroque
  • 25 nov
  • 4 Min. de lectura

Argentina es el segundo país en el mundo con mayor cantidad de casos de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) según el colegio de nutricionistas de PBA, y un grupo de investigadores del INTI decidió desarrollar una bebida vegetal a base de quinoa que promete ofrecer una alternativa de alto valor nutricional.


Muchos de los que crecimos en una clase media de los años 90 o con padres de esa época, normalizamos escuchar la frase de los domingos “el lunes empiezo la dieta”. Nos transmitieron que “cuidarse” era hacer dieta, sumado a que luego veíamos cambios abruptos en la alimentación. Un día la famosa “semillita” que te sacaba el hambre, al otro, la dieta de la luna, que se basaba en la creencia de que la luna influye en el metabolismo prometiendo pérdida de peso al consumir únicamente líquidos por 24 o 26 hs sin ningún sustento científico; la obsesión por comprar solo envases verdes y hasta la prohibición de alimentos como la banana, una fruta noble como pocas. 


En resumen: falta de educación y de información, porque toda esta construcción social,

da como resultado que somos un país donde la desnutrición y los trastornos alimenticios conviven con conceptos de alimentación “saludable” engañosos; y la mayoría de los TCA son desarrollados en la pubertad o preadolescencia, es decir cuando estamos aprendiendo en edad escolar.


Al día de hoy, hay políticas públicas implementadas, aunque siguen siendo discutidas por los profesionales, como la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable (Ley de Etiquetado Frontal) que puso el debate sobre la mesa e impulsó a que las industrias alimentarias logren nuevas recetas para poder sacar las etiquetas de los packaging -como fue el caso de “Serenito”-. Adriana Descalzo, bióloga e investigadora del INTA, por ejemplo, asegura que: “la ley esa está muy mal” y fundamenta en que hace un etiquetado basado en las calorías, lo que lleva a que un queso, con ingredientes más naturales, tenga la misma cantidad de octógonos que un alfajor.


Si nos centramos en el caso particular de la alimentación de los chicos en las escuelas de menos recursos abunda en alimentos envasados, aguas saborizadas, paquetes que por fuera parecen saludables, pero cuyos ingredientes son principalmente azúcares con químicos de pésima calidad. Por un lado, hay niños que directamente no pueden acceder a una dieta equilibrada, para quienes ese refrigerio quizás signifique su única comida durante el día, y por el otro, niños que sí podrían recibir en casa una nutrición adecuada, pero que la escuela no acompaña ni orienta.


Entonces, si no tuvimos educación nutricional, si los chicos comen mal hasta en las escuelas, la ley de etiquetado es insuficiente. ¿Qué podemos hacer?











Enaltecer  la ciencia argentina


Adriana Descalzo, hoy coordina el desarrollo de una bebida vegetal fermentada de quinoa.

El desarrollo comenzó su recorrido en Francia, con el objetivo de darle un valor agregado a la quinoa en nuestro país; debido a que los productores exportan únicamente el grano. Todavía no es un producto apto para comercializar, pero de ser aprobado podría tener múltiples usos y beneficios para la salud. “Es una mezcla, de quinoa, kefir y frutas- indica la investigadora- tiene antioxidantes naturales, también de naranja, de mango, y probióticos”.

 

En una era donde la palabra probióticos pareciera estar de moda o hablar de cuestiones científicas se toma a la liviana,  la bióloga explica que “cada uno de nosotros tiene en el cuerpo cierto grupo de probióticos que son bacterias que producen beneficios, como mejorar la absorción de nutrientes o transformar algunos nutrientes que por ahí no son tan buenos en otros de mejor calidad, mejorar la absorción de proteínas, en ciertos casos mejorar la inmunidad también a nivel del intestino”, y además agrega: “hay muchísimos estudios que también asocian una buena salud intestinal con probióticos con un beneficio a nivel del cerebro, porque hay un eje intestino-cerebro”, es decir, que hay una comunicación bidireccional a través de nervios entre estos órganos.


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La ciencia viene a traer soluciones a la sociedad y en este caso, podría pensarse como una alternativa para instituciones que ofrecen alimentos, así sean hospitales, escuelas, comedores comunitarios.



La copa de leche

La famosa “copa de leche” que se entregaba en los colegios tenía como objetivo, recomponer energías en los niños y mejorar su rendimiento intelectual, justamente con un componente lácteo. Sin embargo, hoy los niños que acceden a ese refrigerio en la Provincia de Buenos Aires reciben la mayor parte de los días un mate cocido, té con galletitas o pan.


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Entonces, además del objetivo principal de poder comercializar e importar esta bebida vegetal de quinoa, el desarrollo podría ser una solución para cubrir necesidades de la sociedad regional como es el caso de Yogurito en Tucumán, que es un yogur alto en probióticos que otorga el gobierno de la provincia en las escuelas, e incluso mejor, ya que según Descalzo, “yogurito es un yogur similar a los que hay en mercado” mientras que la bebida de quinoa es una alternativa, que no reemplaza a la leche, pero que contiene frutas y cereales, algo esencial que los niños necesitan incorporar.


“En las escuelas, por ejemplo, podría ser un postre, ¿no? Dos veces por semana, como para cambiar la dieta - argumenta la científica- son alimentos que ayudan a una dieta variada y que biológicamente tiene mucho valor.” 

El equipo de investigadores de Descalzo incluso logró que se generen los probióticos dentro de la matriz de la quinoa y que a su vez actúa como prebiótico también, lo que la convierte en un alimento simbiótico gracias a la fermentación previa. Además abarata los costos para los productores que normalmente deben ser agregados después de tener el producto terminado.


“Sigo con este proyecto por una cuestión ética y moral, soy profesora, bióloga e investigadora de alma”, concluye Descalzo.

El proyecto aún se encuentra en desarrollo, se financia en parte con fondos públicos del INTA y del Ministerio de Ciencia y Técnica, y ahora están sumando financiamiento privado para poder escalar a una producción más grande. Próximamente será presentado para obtener un subsidio internacional de la Unión Europea, y por eso es importante que se dé a conocer. Difundir este tipo de avances y descubrimientos en la ciencia argentina ayuda a que sean valorados y que logren encontrar empresas que elijan invertir su capital generando así un retorno social a través de nuevas alternativas al alcance de todos.


*Entrevista a Adriana Descalzo, bióloga e investigadora del INTA


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