LA MATANZA DIVIDIDA: ¿UN NUEVO MAPA POLÍTICO?
- Jerónimo Morales
- hace 6 días
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La Matanza es uno de los territorios más diversos del Gran Buenos Aires. Con sus identidades particulares es el centro de un debate histórico. ¿Es posible gobernar un municipio tan extenso? ¿Es necesario fragmentar para gobernar mejor?

Un millón ochocientos mil habitantes. Diecisiete localidades. Una superficie que supera los 320 km cuadrados. Es el segundo municipio más extenso del país y concentra una de las mayores densidades urbanas del conurbano bonaerense. Allí se encuentra el local de la empresa Mc Donalds que registró el mayor consumo del país en 2016. Conviven barrios históricos, zonas fabriles y áreas donde la infraestructura llega de manera desigual. Algunas versiones indican que su nombre proviene de los enfrentamientos y las “matanzas” realizadas por los colonos españoles en el Río de la Plata durante los inicios de la ocupación.
Esto es La Matanza, uno de los territorios más diversos del Gran Buenos Aires. El último Censo (INDEC 2022) evidencia densidades que varían drásticamente: mientras Ramos Mejía o San Justo alcanzan índices superiores a los 13.000 habitantes por kilómetro cuadrado, zonas de González Catán o Virrey del Pino presentan números mucho más bajos y una trama urbana dispersa. Esa diversidad no es solo demográfica ya que se refleja en las formas de habitar, los servicios disponibles y las oportunidades de acceso a educación, transporte y equipamiento público.
También, se expresa en la infraestructura y los tiempos de viaje. De acuerdo con el Estudio Nacional de Movilidad Domiciliaria (ENMODO), los traslados promedio hacia el centro administrativo de San Justo pueden oscilar entre 25 y 70 minutos, según el barrio de origen. A esto se suman brechas en la cobertura de agua potable, alumbrado, transporte y calidad del espacio público.
Su magnitud territorial permite imaginar numerosas potencialidades (mayor distribución de la riqueza, proximidad del Estado y planificación estratégica), pero la extensión no siempre se traduce en mejoras. El municipio cuenta con un Consejo Deliberante integrado por 24 concejales que representan a la totalidad del distrito. En otros municipios de la provincia, esa misma cantidad de bancas corresponde a poblaciones de entre 250.000 y 300.000 habitantes, lo que evidencia una diferencia significativa en términos de representación política y capacidad operativa.
Esa desproporción abre una pregunta central: ¿puede garantizarse igualdad y eficiencia en un territorio donde las necesidades son múltiples y los recursos institucionales no alcanzan a cubrir la complejidad de La Matanza?
La organización política de un territorio desproporcionado
A nivel fiscal, se observa el desfasaje con la magnitud del territorio. El Presupuesto 2025 asciende a 298.500 millones de pesos, destinados a obras públicas, infraestructura, servicios urbanos y gestión territorial. A fines de octubre, el Departamento Ejecutivo presentó ante el Concejo Deliberante el Proyecto 2026, que inició su tratamiento legislativo.
Según el investigador del CONICET Diego Reynoso esta situación evidencia “un problema de escala”. No se trata sólo de población: la estructura institucional debe operar sobre un territorio heterogéneo, lo que vuelve irregular la provisión de bienes públicos como la recolección de residuos, el alumbrado o el mantenimiento urbano. “En municipios extensos -advierte- estos servicios suelen concentrarse en las zonas más accesibles y postergar a las áreas periféricas”.
Para Reynoso, la pobreza estructural, las políticas sociales o la organización del sistema universitario dependen del Estado provincial o nacional. “Los municipios, en cambio, deberían concentrarse en tareas de gestión urbana y atención cotidiana, un desafío mucho más exigente cuando la escala supera la capacidad institucional disponible”, afirma.
Identidades múltiples en un territorio desigual
La Matanza está atravesada por una diversidad social que produce identidades locales distintas. En Ramos Mejía o San Justo predominan perfiles urbanos consolidados, con circuitos comerciales y equipamiento público estable. Más al sur, en González Catán o Virrey del Pino, aparecen zonas industriales, barrios populares y tramas semiurbanas donde la participación comunitaria adquiere mayor centralidad.
Estas diferencias se reflejan en las estructuras sociales: conviven sectores de clase media, trabajadores industriales, empleados de comercio, cuentapropistas, obreros y familias de urbanización reciente. Estas trayectorias económicas, educativas y laborales producen necesidades diferentes y expectativas no siempre compatibles.
La investigadora de la UNLaM Alicia Lezcano ofrece una clave interpretativa para entender estas diferencias. En La ciudad desigual describe cómo las asimetrías territoriales se expresan en la distribución de servicios y oportunidades. Su trabajo permite leer el distrito como un espacio fragmentado por la disponibilidad desigual de recursos públicos.
En ese marco, la identidad matancera puede analizarse como una suma de historias locales, que conviven bajo un mismo municipio, pero que se relacionan de manera distinta con el territorio y con el Estado.
Los proyectos de división: un debate que vuelve una y otra vez
La discusión sobre dividir La Matanza reaparece periódicamente en la agenda bonaerense. Durante las últimas décadas, se presentaron proyectos legislativos que proponían fragmentar el distrito en dos, tres o incluso cuatro municipios. En 2016, el diputado Marcelo Díaz impulsó una iniciativa para crear nuevas comunas. En 2018, Mauricio Vivani impulsó una propuesta similar. Ninguna prosperó, pero ambas muestran que el debate permanece latente.
Las motivaciones detrás de estos intentos oscilan entre argumentos administrativos (acercar el Estado, equilibrar la distribución de recursos y mejorar la gestión) e intereses políticos. “El que no tiene el poder, quiere que se distribuya, y el que lo tiene, lo quiere concentrar”, sentencia el politólogo. Y agrega que “tiene que cambiar el poder relativo de los actores, para que se pueda dar una división”.

Aunque las diferencias internas del distrito sean evidentes, una eventual fragmentación responde más a dinámicas políticas que a criterios exclusivamente técnicos. “Pero mientras alguien perciba que es mejor tener todo, va a ser muy difícil la división de La Matanza. Y eso es independiente de los argumentos que demos respecto de si es más eficiente y se ajusta más asignar los bienes públicos, distribuir o proveer bienes públicos a escala más chica o a escala más grande”, concluye el también docente de la UNLaM.















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