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CLUE EDITORIAL: ¿QUIÉN MATÓ AL LIBRO ESTA VEZ?

  • Foto del escritor: Carolina Senderovich Caggegi
    Carolina Senderovich Caggegi
  • 25 nov
  • 4 Min. de lectura

La edición nunca ha sido inmune al cambio, es por costumbre pionera de vanguardias desde el 1400 con la invención de la imprenta. Y, aunque no podemos predecir con exactitud el futuro de este paradigma profesional, si podemos imaginarlo mientras se está escribiendo.


En la década de 1990, aunque se han encontrado declaraciones similares de principios del 1800, The New York Times Book Review publicó un artículo donde pronosticaban el “fin de los libros” y afirmaban que, tal como el Dios de Nietzsche, los libros estaban muertos y nosotros los habíamos matado. Estas creencias no son algo poco común en el ámbito editorial ya que, cada cierto tiempo, y por lo general marcado por el inicio de una revolución tecnológica, cada generación reescribe el epitafio del libro y lo único que cambia es el nombre del homicida. 



“En el año 2000 Argentina fue sede del Congreso Internacional de Editores, y ahí se habló

Canalicchio, editor y librero desde hace más de 25 años, director de la Carrera de Edición en la Universidad de Buenos Aires y Diplomado con especialización en IA Empresarial de la Escuela de Negocios Europea de Barcelona (ENEB). 


En esta nueva era, el verdugo se presenta a nosotros como una herramienta capaz de hacer todo y, a pesar de estar en un momento bisagra en la admisión de equipos algorítmicos, muchos especialistas aseguran que están aquí para quedarse. “No es que hay una mirada cancelatoria o desaprobatoria, como hubo al principio – explica Canalicchio – ahora es una cuestión de decir ‘bueno, son las armas del enemigo y, de ser necesario, ¿cómo las utilizamos en provecho a la profesión?’”.


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Mrs. White, en la biblioteca… ¿con un algoritmo?

La inteligencia artificial, o IA, se presenta a nosotros con doble filo: la automatización y la posibilidad de multiplicidad de tareas rutinarias proporcionan un atractivo aumento de la eficiencia y un potenciamiento de la creatividad, pero los riesgos frente a los sesgos y la falta de transparencia, en especial cuando nos acercamos a las fronteras del plagio, hacen dudar en la incorporación de estos instrumentos en la industria del libro. 


La complejidad y el rápido avance de este tipo de tecnologías manifiestan la necesidad de mantener una mente abierta y comenzar a indagar en el qué sigue y en cómo hacerlo. En este sentido, uno de los ámbitos más provechosos para su incorporación es en la optimización de metadatos, una tarea que siempre ha sido una de las más laboriosas y, a menudo, descuidada, pero que podría ser realizada por algoritmos que analizan el contenido de las obras para originar metainformación precisa y detallada automáticamente.




“Los metadatos es algo que la industria viene reclamando hace 20 años – sostiene el Magister al reflexionar el porqué es una cuestión aún pendiente, y agrega – es más cultural que técnico el problema, hay editoriales con cero planificación de uso de metadatos, y ¿cuál es la respuesta? Que quizás no hay los recursos necesarios o que se debería tener que contratar o capacitar a una persona para que se dedique exclusivamente a ello”.

La IA puede inmiscuirse en casi cualquier campo del desarrollo editorial: desde la gestión y la administración, hasta materias más analógicas como las relacionadas con la impresión. Pero, a pesar de la idea de que es un instrumento todopoderoso, siempre necesitará del expertise de un especialista para una adecuada utilización; no solo en el área técnica sino en el sentir humano que es irremplazable.



Competitividad encontrada: por esto no jugamos más al CLUE

La falta de un marco regulatorio aplicable es una de las causas que incrementa la incertidumbre y preocupación en el sector. Si bien se utiliza como Carta Magna la Ley 11.723 sobre Derechos de Autor, poco se sabe de una normativa explícita sobre la utilización de la IA en el proceso editorial.  En un área plagada de zonas grises, a la tarea del editor se le suma el promover la reflexión y el uso responsable de estos sistemas en sus equipos de trabajo.



En un rubro donde articulan figuras con intereses, formaciones y aspiraciones distintas, como lo son los imprenteros, editores, distribuidores y libreros, los conflictos con la tecnología están escalando a un nuevo terreno. Los bandos invisibles ahora se dividen por el nivel de fragilidad del profesional ante la IA y, en este mar de incertidumbres, la pelea se da lamentablemente entre colegas.


“Se están dando batallas que no gustan, que es nosotros contra nosotros mismos, porque tenés un traductor o un autor, sobre todo de imagen; un artista, un dibujante, un diseñador, que se siente totalmente vulnerado y que mira con malos ojos al editor que empieza a utilizar estas herramientas – comparte el especialista – es muy difícil ya que yo tengo una postura asociativa, cooperativa, colaborativa, para mí las soluciones deben integrar a todos los actores y tratar de tener consensos”. 


Fin del juego

Entonces, ¿cómo es posible convivir en un panorama tecnológico con tanta tensión y que sabemos que no tiene marcha atrás? Frente a este dilema, Canalicchio advierte que “el miedo es un mal consejero, es mala palabra, y uno de los modos de enfrentarlo es el estudio, el conocimiento, la reflexión, por lo que tenemos que capacitarnos mucho, lo más rápido que podamos”.


Cada avance tecnológico trajo consigo temores y resistencias, pero también nuevas oportunidades para expandirse. El desafío ya no es resistirse al cambio, sino aprender a guiarlo. El editor tiene hoy la responsabilidad de escribir, una vez más, el prefacio de su propio porvenir.




FUENTES


1 comentario


calonso949
25 nov

Gran nota!! Me encantaron los recursos ultilizados como la línea del tiempo y el juego del final. Muy interesante la mirada del entrevistado. 10/10.

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