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DE LAS TIRAS CÓMICAS A LA GRAN PANTALLA: MAFALDA Y EL ETERNAUTA, LA RELACIÓN ENTRE HISTORIETA Y CINE

  • Foto del escritor: Francesca Di Benedetto
    Francesca Di Benedetto
  • 19 nov 2024
  • 6 Min. de lectura

Dos clásicas historietas argentinas tendrán pronto sus adaptaciones audiovisuales, aunque no son las primeras que se salen de la página. ¿Qué relación hay entre estos dos medios?


Primera viñeta: un hombre sentado espera. Está vestido como de astronauta, o de buzo, todo cubierto, y su mirada se vislumbra bajo un visor. Si uno se acerca a verlo bien, empieza a tomar color, y sus ojos se vuelven azules.


Segunda viñeta: entra una niña bajita, con un moño rojo que adorna sus cabellos negros revueltos.


Tercera viñeta: se sienta junto al hombre, contrastando muy cómicamente, y le pregunta “¿Y usted, recién ahora sale?”


No es la primera vez que un personaje de historieta se sale de la hoja para ir a la gran pantalla. El humor gráfico y el cine son dos medios que nacen casi juntos, y, aunque cada uno desarrolló sus características, están íntimamente ligados. En Argentina, tenemos películas con personajes de cómic desde 1915, cuando Héctor Quiroga adaptó a Viruta y Chicharrón, los que dibujaba Redondo para Caras y Caretas.


“Entre la historieta y el cine hay una influencia múltiple”, explica Fernando Bragazzi, docente e investigador de la Universidad Nacional de la Matanza (UNLaM). “Muchos autores hacen una comparación con los encuadres, porque las viñetas de alguna manera tienen que encapsular la escena; también, las películas se dibujan primero en storyboards para después filmarse, y, además, están los personajes que nacieron en la historieta y pasan al cine o viceversa”.  


Este ida y vuelta no pasó inadvertido para el mismo Quino, historietista y padre de Mafalda, que había asegurado: “La comparación con el cine que se ha hecho de la historieta creo que es válida, porque uno es un poco un director de película cuando dibuja una historieta”. Aquella entrevista que se le realizó sería luego retomada en la docuserie Releyendo Mafalda, estrenada en septiembre del año pasado.


Hoy, con seis décadas recién cumplidas, la pequeña de cabellos revueltos y llamativo moño espera el inminente estreno de una nueva adaptación animada de la mano de Juan José Campanella, prestigioso cineasta argentino y ganador del Óscar. El anuncio de la serie vino acompañado de una carta del director y productor, en la que recordaba sus carcajadas con el primer compendio de las tiras en forma de librito, y la anécdota de “el maestro Quino” visitando la oficina de producción de “Metegol”.  



“Había casi 200 artistas de distintas generaciones y para todos nosotros había entrado Dios”, rememoraba el guionista, y relataba a continuación cómo el humorista gráfico intentó, por primera vez, dibujar con un lápiz digital. Campanella aseguraba que era como “un chico con un juguete nuevo”, y que tenía “el entusiasmo y la curiosidad del que nunca creyó saber todo”.


Una docena de años después de la visita, el realizador de El hijo de la novia y El secreto de sus ojos se enfrenta a un enorme desafío: “Ni más ni menos que convertir a Mafalda en un clásico de la animación”, con la obligación de preservar el humor, el timing, la ironía y las observaciones de Quino.


Pero ¿cómo reconectar a las nuevas generaciones con una obra con la cual no crecieron? ¿Qué puede decir una historieta del siglo pasado a quienes crecieron con plataformas digitales y en un clima político, social y económico completamente diferente? Mafalda, ¿sigue teniendo valor?  


El investigador y Licenciado en Comunicación Social asegura que sí. “Me atrevería a decir que Mafalda trasciende la coyuntura –arriesga-, porque, lo pongas en el aspecto local o internacional, hay temas que atraviesan a todos los seres humanos, problemas más profundos, a los que la tira apunta en algunos de sus tópicos”, y añade: “Siempre va a la reflexión, a un tema más profundo, y es por eso que no pierde su vigencia”. Campanella lo resume muy bien: “Mafalda no pierde actualidad”.



También explicaría por qué la tira fue traducida a 27 idiomas y recibida con brazos abiertos en el mercado internacional. “Quino inventó una historieta absolutamente argentina –comenta el escritor Pablo de Santis-, pero supo darle un perfil universal, al que debe su éxito en el mundo”. El mismo Umberto Eco, semiólogo italiano, crítico, filósofo y escritor, prologó el primer libro de Mafalda en Italia, Mafalda la contestataria.


La animación


Aunque Mafalda ya tuvo su serie para televisión, no fue el primer personaje de historieta que apareció animado. Ese honor se lo lleva Patoruzú, que protagonizó el cortometraje Upa en apuros en 1942, el primer dibujo animado cinematográfico en colores de Argentina y en Latinoamérica. En 2004, hasta tendría su largometraje, Patoruzito. En el país, entonces, se hace evidente el “constante diálogo” que, como señala de Santis, mantuvieron el cine de animación y la historieta.



Dante Quinterno, el guionista y dibujante de cuya pluma nacía el mítico tehuelche, hasta era admirado por Walt Disney. Luego del estreno de Upa en apuros, el animador estadounidense buscó al argentino por asesoramiento para colorear y animar los fondos de Bambi, que se estrenaría poco después. Y de la amistad entre el norteamericano y otro dibujante local, Florencio Molina Campos, nacería el corto El gaucho Goofy para la película Saludos Amigos, del mismo año.


Y también el live action



También podés visualizar el gráfico aquí: https://public.flourish.studio/visualisation/19857852/


Mafalda tampoco es la única que hará su aparición en una plataforma de streaming: El Eternauta ya tiene estreno pautado para el año siguiente. La diferencia es que ésta sería la primera adaptación cinematográfica de la obra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, que, a pesar de haber llamado la atención de diversos realizadores, no se había concretado. Hoy, hasta tenemos disponible el primer vistazo en el que ya se encuentra Ricardo Darín vestido del característico traje y vagando por las nevadas calles de Buenos Aires, tal como la pluma de Solano López lo dibujaba.  



Bragazzi destaca, como muchos otros han hecho, la originalidad de la pieza en su momento. “El Eternauta merece el reconocimiento que tiene, aunque, como cualquier obra, habría que ver desde dónde se la lee y en qué momento, porque hay varias lecturas que atraviesan una producción”, comenta. Por eso, aunque la premisa de una invasión alienígena que amenaza a un grupo de sobrevivientes como un enemigo invisible puede no parecer nada nuevo al espectador de hoy en día, este tipo de historias no eran habituales en la Buenos Aires de 1957.


No era una historia que sucedía en la lejana Nueva York, ni en otro planeta, y su héroe no era unipersonal, sino colectivo. “La obra de Oesterheld – señala el licenciado - representa un hito, por su importancia fundamental en la originalidad de la historia, el planteo, y el realismo de los dibujos”.  


En una entrevista, el guionista Luciano Saracino asevera que la aparición de Oesterheld “marcó un antes y un después”. Por un lado porque “la figura del guionista de la historieta no existía hasta su llegada”, ya que, hasta entonces, el medio utilizaba recursos narrativos estándares; y, por otro, porque “Oesterheld viene para decir que se podía hacer historietas con literatura, que se podía llegar al pueblo, escribiéndole historias grandes”.


Del papel a la Historia



Sobre si Mafalda y El Eternauta tienen o no potencial de convertirse en clásicos, el investigador Bragazzi retoma las tres características que identificó Jaime Rest, profesor adjunto de Jorge Luis Borges, que vuelven artística a una obra: autonomía, unidad formal y trascendencia significativa. Sobre ésta última, explica: “Independientemente del momento en que se lee, hay algo que toca una fibra sensible”.


Lidiar con esa trascendencia que tienen obras como éstas no es tarea fácil para ningún realizador. “Adaptar una obra al cine implica pasar del ritmo visual de una época a otra, y pasar de unos códigos a otros, hay mucho que depende del director, de cuál fiel quiere ser, de cuán atado está, y qué discursos están habilitados en un momento y cuáles no”, añade.


Sin embargo, el comunicador social también está convencido de que Campanella “va a hacer quedar muy bien a Mafalda”, y que ambas historias “tienen potencial para trascender”. Después de todo, “si vamos a las pruebas, hoy seguimos hablando de Mafalda y de El Eternauta”. 


En cuanto al simultáneo desarrollo de estos dos lenguajes, profundiza que el aspecto de la visualidad empieza a estar muy presenta en la historia perceptiva desde la fotografía, pero, con la historieta, “lo visual-estático trata de emular lo visual-dinámico del cine, porque una historieta es como una película con imágenes fijas”. Así, estos dos medios comienzan a correr en paralelo. 


“Lo que nos hermana en la profesión -señala el dibujante Rep al comentar una de las tiras de Mafalda- es el cine por el corte de planos”. Quino lo tenía más que claro: “Yo con cada página que empiezo a dibujar, desde el primer cuadro, veo dónde pongo la cámara, ¿no?”



Bibliografía



De Santis, P. (1998). La Historieta en la edad de la razón, Editorial Paidós, Buenos Aires.


Hache, S. (2022-11-23). ARTÍCULO H. G. Oesterheld y el largo camino hacia la libertad. En Tomos y Grapas. https://www.tomosygrapas.com/articulo-h-g-oesterheld-y-el-largo-camino-hacia-la-libertad/


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