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EL INTRUSO QUE VIVE EN NUESTRA MENTE

  • Foto del escritor: Malena Molina
    Malena Molina
  • 26 nov 2024
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 26 nov 2024

Conocé lo que ocurre en la cabeza cuando se nos “pegan” canciones y cómo se relaciona con las emociones, la memoria y la publicidad. Además, el secreto del jingle de Marolio y un breve recorrido por los spots más populares de Argentina.



Es difícil de explicar, pero tengo a un intruso en mi cabeza. Trato de evitarlo a pesar de escucharlo en las redes, calles y supermercados, pero no hay forma. Ya no lo puedo sacar de mi mente por más que quiera. Es extraño, aunque me canse de repetir siempre lo mismo, por momentos, debo admitir que no quiero que se vaya, quiero que siga reproduciendo esa melodía que tanto me gusta.

 

Dicen por ahí que la única forma de hacerlo es escuchando la canción completa. Apenas llegue a casa, lo primero que voy a hacer es abrir YouTube y escribir en el buscador, con las manos un poco temblorosas: “Marolio le da sabor a tu vida”. Sin darme cuenta, comienzo a cantar y no paro hasta el final de la pieza. Una vez que termina, me siento aliviada. Pude deshacerme de esa canción que venía sonando sin parar en mi cabeza.



Esto que nos pasa tiene nombre y apellido: el “gusano auditivo” o “earworm. Conocido en el campo científico como “alucinaciones musicales involuntarias” es un fenómeno que consiste en la reproducción y pregnancia circular de ciertas melodías, generalmente sencillas y pegadizas, en nuestro cerebro por una determinada cantidad de tiempo.

 

Entrada: el sonido se introduce en nuestra mente

Como primera estación de la travesía auditiva, el earworm atraviesa los oídos como cualquier otro sonido. “Nuestro sistema auditivo conecta inmediatamente con nervios que empiezan a llevar información hacia el cerebro -explica Verónika Diaz Abrahan, doctora en Neurociencias, investigadora del CONICET y musicoterapeuta-. Entonces, ahí empieza a discriminar. Después, lo que hace es asociarlo con recuerdos, emociones o también movimientos”. Así, estas melodías son registradas por el cerebro como “pegadizas”, “repetibles” por su estructura sencilla, o hasta incluso completamente diferentes a lo que acostumbramos a oír, razón suficiente para que se introduzcan en él.

 

En la misma línea, la especialista aclara que nuestro cerebro cuenta con “memoria emocional”, la función cognitiva cuya información almacenada posee una carga afectiva que refuerza los recuerdos a corto y/o largo plazo, lo que hace que perduren por mucho más tiempo. Ya sean positivas o negativas, las emociones nos hacen “sentir” la misma intensidad emocional  registrada al momento de vivir una experiencia significativa en nuestra vida, lo que explicaría por qué vinculamos ciertas vivencias con canciones o creamos playlists según nuestro estado de ánimo.

 

Como sucede con el famosísimo jingle de Marolio, que con tan sólo leer “maté y café, harina y palmitos (…)”, una gran mayoría de argentinos cantan a los cuatro vientos la letra interpretada por Andrea Báez, locutora y cantante con una notable trayectoria en música y publicidad. Según la artista, los elementos que no pueden faltar para alcanzar el éxito que tuvo Marolio no sólo son la repetición constante en los medios y la composición de la pieza musical, sino también el timbre de voz que decidió utilizar.


Báez asegura que “una voz dulce, aireada y con poco brillo hace que la persona reciba mejor el mensaje” que busca transmitir la publicidad: cercanía, intimidad y hogar. De todas formas, asegura que “es un misterio” la enorme trascendencia que tuvo, considerando que es una pieza de una mayor duración a comparación de la mayoría de spots publicitarios.


Procesamiento cognitivo: ¿la música mejora el rendimiento de la memoria?

Como segunda parada, el gusano sonoro se instala en la mente. ¿Pero qué tiene que ver esto con la música y la memoria? Según Abrahan, el aprendizaje musical impacta positivamente en la manera en que los sistemas cognitivos del cerebro se desarrollan con el pasar del tiempo. También, en la forma en que las personas envejecen, ya que crear música altera nuestras funciones cotidianas, como el lenguaje o la habilidad para resolver problemas. “Las personas que deciden estudiar música a lo largo de su vida llegan mejor a esas etapas de envejecimiento”, afirma.

 


En un estudio llevado a cabo en 2017 por Abrahan, junto a los investigadores Maximiliano Bossio, Florencia Tufaro, Favio Shifres y Nadia Justel, se comprobó que la improvisación musical es un factor capaz de mejorar la memoria visual de contenido emocional y neutro, lo que varía la emocionalidad y rendimiento de la memoria según la edad.


Este trabajo consistió en reunir a 114 participantes, 62 jóvenes (de 20 a 40 años) y 52 adultos mayores (de más de 60 años) sin conocimientos musicales previos. En primer lugar, se les mostró una cantidad de imágenes emocionalmente activantes (tanto negativas como positivas) y otras de carácter neutro. En segundo lugar, se los dividió en tres tratamientos diferentes: improvisación musical (creación espontánea de una melodía y un ritmo según las posibilidades y recursos dados), reproducción musical (imitación de una melodía) y condición control (permanencia en silencio). Por último, según su intervención, se evaluó quiénes las recordaban con mayor precisión tanto de manera inmediata como diferida (siete días más tarde).

 

De esta forma, el experimento determinó que las personas expuestas a la improvisación musical recordaron más que los demás, lo que se explica a través de la combinación de lo emocional y lo físico en la creación de la pieza musical. En cambio, en la reproducción musical, los sujetos se preocupaban más por imitar correctamente la melodía oída y, en la condición control, no vincularon la experiencia con ningún sonido o emoción.



Salida: ¿Cómo deshacerse del “gusano auditivo”?

Como último tramo del viaje melódico, este fenómeno sale de nuestra mente. Pero, ¿cómo lo hace? La musicoterapeuta puntualiza una forma interesante: terminar de cantar la canción. Lo que sucede es que, generalmente, cuando una canción se nos “pega”, se reproducen sólo algunos fragmentos de las piezas. Por ello, nuestro sistema neuronal seguirá repitiéndola hasta poder concluir el ciclo y así “descansar”.


Bonus Track: top 6 de los jingles más populares en Argentina

Como podemos ver, la disciplina que más supo explotar el recurso de la música y el “gusano auditivo” fue la publicidad. Como último tramo de esta aventura auditiva, recorreremos una selección de los 6 jingles que han tenido mayor trascendencia en la Argentina. ¿Te acordás de alguno?


1°: “Le da sabor a tu vida” (2001)

Claro que no puede faltar el inigualable spot publicitario de Marolio que, curiosamente, consiguió popularidad casi 20 años después de su primer lanzamiento. Esto se debió al furor que generó su reversión en redes sociales, en las cuales se viralizaron remixes, parodias y hasta una profesora llamando la atención de sus alumnos gracias a la pieza. Ideado por el publicista Ignacio Tisser, compuesto por los hermanos Gustavo y Alejandro Ridilenir (The Sound Studio) e interpretado por la ya mencionada Andrea Báez, el jingle de Marolio sigue siendo el “gusano auditivo” que difícilmente los argentinos podamos sacar de la mente.




2°: “Aromatiza tu vida” (2022)

Es claro que la marca de aromatizantes Saphirus supo cómo hacer llegar sus productos a más cantidad de argentinos, a través de su único jingle publicitario. Lanzado en 2022, recitado con una voz dulce y sonorizado con unas notas pegajosas, la canción se ha convertido en una de las más populares a lo largo y a lo ancho de la Argentina.




3°: “Poderoso el chiquitín” (1993)

Para impulsar la venta de su secarropas, la marca KOH-I-NOOR tomó dos de sus cualidades más características: “poderoso” y “chiquitín”. Acompañado de una melodía sencilla y un coro que recita el verso, el jingle creado por Rodolfo Sciamarella no sólo logró posicionar el producto en el mercado, sino también en la mente de una gran parte de los argentinos.




4°: “Canon es mi colchón” (2016)

A pesar de haber sido re-versionado múltiples veces a lo largo de los años, la publicidad de Canon siempre mantuvo su inconfundible verso: “Canon es mi colchón”. Con el propósito de remarcar la importancia del bienestar y el buen dormir, la empresa ha logrado construir una imagen de marca inconfundible gracias a su exitoso jingle promocional.




5°: “Papel, voligoma, papel” (1989)

Gracias al éxito instantáneo que tuvo el jingle publicitario, la Voligoma de Poxipol se volvió un producto popular a lo largo del país. Escrita por la agencia Krauss y compuesta por Andrés Goldstein y Daniel Tarrab, la pieza estaba principalmente dirigida a los niños, ya que el producto ofrece un acabado prolijo y preciso para evitar que se ensucien demasiado a la hora de realizar trabajos en la escuela. Según Goldstein, el secreto detrás de su efectiva receptividad se debió fundamentalmente a la “simplicidad” del texto, las voces dulces de los niños y una melodía “clara y pregnante”.




6°: “Un yogur cada día” (1980)

“Un yogur La Serenísima alimenta tus ganas de vivir” vocaliza un coro de mujeres y hombres mientras se ven diferentes escenarios de personas consumiendo el producto, desde un hombre mayor pescando con sus nietos y una pareja joven haciendo ejercicio hasta un grupo de trabajadores. De esta forma, a través de un pegadizo jingle, la reconocida marca de lácteos consiguió que los argentinos nunca la olvidemos.



Hasta aquí llegó este recorrido sonoro, aunque la lista podría seguir. ¿Y vos, cuál agregarías? 




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