EDUCACIÓN INCLUSIVA
- Yazmin Cortez
- 13 nov 2024
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 19 nov 2024
¿Cuáles son los obstáculos que deben enfrentar las familias de los niños con trastorno del espectro autista (TEA) para acceder a la educación de nivel?
Hoy en día, el término (TEA) -trastorno del espectro autista- se volvió popular. Sabemos que es una afección neurológica y de desarrollo que comienza en la niñez y dura para toda la vida, esto afecta a las interacciones sociales, como la comunicación y el aprendizaje. El término está asociado con rutinas y comportamientos repetitivos, tales como arreglar objetos obsesivamente o seguir rutinas muy específicas. Los síntomas pueden variar desde leves hasta muy severos, por eso se dice que es un espectro.
No hay dos personas con autismo iguales... ¿está preparado el sistema educativo de nuestro país para incluirlas?

Un caso testigo
Cristian es el papá de Nicolás, un chico de 12 años con TEA que actualmente está cursando séptimo grado. Cuando Nico empezó jardín lo más difícil fue conseguir una maestra integradora. Hace 8 años atrás no había tanta información, por lo que la familia tuvo que comenzar a buscar por las redes sociales. “Actualmente existen centros de equipo de apoyo escolar donde te ayudan proporcionan una maestra”, comenta el papá.
Una maestra integradora es una profesional de la educación especial, psicóloga o psicopedagoga que proporciona apoyo a niños que necesitan asistencia adicional en su proceso educativo. “El proceso para conseguir una maestra integradora se puede hacer de dos maneras: una es mediante la intervención de la obra social y una psicóloga o psicopedagoga y otra, si no cuentan con una obra social, que se debe realizar de manera particular mediante la coordinación de la psicopedagoga del equipo interdisciplinario. Además, en los centros categorizados cuentan con la coordinación integrada donde te derivan una maestra integradora”, explica Cristian.
"Al momento de iniciar primer grado -cuenta el papá- todo se complicó un poco más para Nico, ya que la integradora no cumplía con su función y conseguir una remplazante no fue nada fácil". Al año siguiente sus padres lo cambiaron a otro establecimiento educativo, al que asiste hoy en día. En esta escuela lo recibieron de la mejor manera, tanto el equipo directivo como el cuerpo docente y los demás alumnos. Cristian asegura que todo lo que logró su hijo se debe a la ayuda de su familia, al apoyo de docentes y directivos y, por supuesto, al esfuerzo que hace Nico siempre.
Según su experiencia, en los colegios del Estado suelen estar más predispuestos a incluir, mientras que los privados son más selectivos y al momento que se les presenta un niño con diagnóstico muchos colegios suelen utilizar “la mentira de la vacante de la integración”. En esta nota publicada en 2019 la psicóloga especializada en TEA, Carolina Sierra, explica que no existe un artículo de ley en que se mencione que solo puede haber dos niños por aula -un argumento bastante usado-. Esta especialista es, además, mamá de un niño con TEA y voluntaria de la Fundación Brincar que brinda asesoramiento a las familias. La tarea de estos espacios sociales es clave. Vincularse con otras familias que comparten las mismas problemáticas es fundamental. Incluso dentro de las escuelas, en donde existe discriminación por parte de madres y padres de los compañeros de clase, las familias de los niños con TEA suelen apoyarse mutuamente. Muchas veces en un aula de una escuela de nivel (es decir común, y no escuela especial), hay varios niños con autismo y las familias se relacionan a través de grupos de WhatsApp o por las redes sociales.
Inscribirse en una escuela “común”
En nuestro país, hace 10 años se ratificó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, un tratado internacional aprobado por las Naciones Unidas que reconoce el derecho de las personas con discapacidad a aprender en un entorno inclusivo. Esto quiere decir que los estudiantes con discapacidad tienen derecho a estudiar en las escuelas de modalidad común.
En la Argentina, a través de la Ley 26.206 se garantiza la educación obligatoria inicial, primaria y secundaria para los ciudadanos de 3 a 18 años. Con el paso del tiempo, los niños que contaban con una educación especial pasaron a poder matricularse en una escuela “común”, pero esto fue un largo proceso.

Las familias de los estudiantes mediante el Certificado de Discapacidad (CUD), y una obra social, pueden realizar los trámites para acceder a Sistemas de Prestaciones básicas para la habilitación y rehabilitación (Ley 24901). Esta ley cuenta con los siguientes artículos que pueden ayudar a las familias con el proceso educativo

Ningún establecimiento educativo tanto privado como público puede negarle la inscripción a la educación, debido que a que es un Derecho.
Las escuelas no pueden decir:
Que la escuela no está apta para la persona con discapacidad.
Que no incluyen al niño porque ya cuentan con estudiantes con TEA.
Obligar a las familias a firmar actas que perjudican los derechos del estudiante.
Trabajo en equipo
Para que los estudiantes autistas tengan una educación de calidad que los ayude a poder desenvolverse en los aspectos de la vida social, los actores que deben trabajar en conjunto son: docentes, maestras acompañantes, equipo directivo y la familia.

En la investigación "Prácticas de educación inclusiva: revisando supuestos acerca de los modos de acompañar", la especialista Vanesa Casal aborda la temática de la inclusión con respecto a la formación docente.
Casal observa dos obstáculos principales, el primero es que los docentes no están capacitados, por lo que necesitan de otro “actor” y el segundo es que las instituciones “no cuentan con recursos”.
Este otro “actor” o especialista va a realizar la tarea que los docentes no pueden resolver por que no cuentan con la capacitación. Según la investigadora, "este pedido lo que hace es continuar diferenciando la educación dirigida a los niños con un diagnóstico".
"Capacitar a los docentes es brindar herramientas, que tienen que ver con conceptos, estrategias, cuestiones que tienen que ver con la normativa y que permitan crear espacios de conversación y de difusión de buenas prácticas, los cuales posibiliten que los docentes tomen una en relación la inclusión”, expresa la investigadora y asegura que es necesario capacitar desde un saber sensible, el cual busca que los niños accedan a la educación de modo igualitario y no homogéneo.
Las escuelas, afirma la especialista, "fueron organizando estrategias y modelos que surgieron de las experiencias puestas en marcha, pero en general no tienden a modificar los formatos habituales", por lo que las adaptaciones, ajustes y transformaciones se aplican sobre los niños integrados o incluidos reforzando ciertas prácticas de etiquetamiento.
Algunas barreras para los estudiantes autistas son sociales, arquitectónicas, actitudinales e ideológicas ya que hay mucha gente que le molesta la diversidad. “Pero el niño no es el que se tiene que adaptar, los que se tiene que adaptar son las instituciones porque se tiene que armar un lazo entre la igualdad y la diferencia”, explica Casal.
Sobre la participación de los actores (familia, docentes, instituciones) en el aprendizaje, Casal comenta que son "una red indispensable para que la inclusión sea posible y que una escuela inclusiva es la que incita a la familia a participar, ya que son las que tienen un
conocimiento que la escuela no posee".
El Estado debe generar políticas de concientización sobre la diversidad como factor positivo e incluir este mensaje en todo ámbito social (escuelas, espacios deportivos y culturales, etc.). Además, “tiene que garantizar la articulación entre salud y educación, invertir en recursos humanos, principalmente en figuras de acompañamiento, y en que los docentes cuenten con un espacio de encuentro para poder articulas ideas para una acción colectiva, ya que en las escuelas el tiempo abunda muy poco”, destaca la investigadora.

La problemática en cifras






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