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EL RITMO DEL CANDOMBE A DOS ORILLAS

  • Fabio Napolitano
  • 18 nov
  • 5 Min. de lectura

En las capitales rioplatenses, hay una herencia africana que resiste al racismo y la invisibilización en base a los ritmos del tambor. Su nombre es el Candombe.


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Para más placer e inmersión, reproducir esto mientras se lee el artículo:

 

Existe una cultura rioplatense que, como sus ritmos, avanza a pasos distintos. En la orilla uruguaya, más precisamente en Montevideo, tiene un desarrollo frenético que ya se integró como una marca registrada de la cultura. Mientras tanto, en Buenos Aires, resiste al olvido, la discriminación y el racismo por las calles de San Telmo, y promete ser cada vez más grande. Se trata de la cultura afrodescendiente, pero es más que eso. Es una de las mayores expresiones musicales que parió el Río de la Plata: el Candombe.

 

“Chicos repique y piano en la ciudad, en los balcones las vecinas que bailando se deliran, mirando Cuareim y Ansina, carnaval, fiesta en la esquina, la llamada una vez más”.

Edú “Pitufo” Lombardo, cantautor uruguayo, “Pá la gramilla”.

 

Este género fue una expresión cultural de libertad para los afrodescendientes, que trajeron sus ritmos y cantos desde África a partir del siglo XVI y, una vez libres, pudieron graficar su historia de lucha a través de la música y la danza.


Omer Freixa, historiador africanista de la Universidad de Buenos Aires, explica que “se estima que arribaron unas 12 millones de personas esclavizadas oriundas de un espacio enorme que abarcó gran parte de la ribera atlántica del continente africano y con penetración hasta cientos o miles de kilómetros tierra adentro”, debido a un circuito que se denomina Gran Trata Africana, que duró del siglo XVI al XIX.


En Uruguay, se pueden encontrar sinfines de comparsas que llenan las calles del barrio Sur de Montevideo, caminando a ritmo de Cuareim, Ansina y Cordón (nombre que llevan los tres toques del Candombe, llamados así por las calles de dicho barrio) en las llamadas de enero que anuncian que un nuevo carnaval llega a la ciudad. Esta cultura fue de los grandes artífices de que los afros, que fueron traídos como esclavos de África, hoy sean un componente importantísimo en la cultura y en la sociedad del hermano país.


En Argentina, la historia es bastante distinta. Los afrodescendientes han sido desplazados e invisibilizados a través del racismo institucional y el mestizaje. Con esa invisibilización, sus prácticas culturales también han quedado relegadas al olvido. En la actualidad, siguen existiendo grupos afrodescendientes que utilizan su cultura no solo como un acto político, sino como uno de resistencia.


Freixa afirma que “todas las potencias metropolitanas que colonizaron América se involucraron en este tráfico”, y que, en Argentina, hay una tendencia hacia la invisibilización del colectivo afro, mientras en Uruguay, hay una “visibilidad más notoria”. "El colectivo, rémora del estigma colonial, sufre condiciones desventajosas en relación con los indicadores socioeconómicos, acceso a la igualdad de oportunidades, educación, calificación laboral, etc.”, sostiene el investigador.


En los barrios porteños cercanos a las orillas y al puerto, se encuentran distintas comparsas de Candombe como “África Ruge” o “Kimba Candombe”. Se trata de La Boca y San Telmo, este último, escenario de las denominadas llamadas que recorren sus calles para reivindicar la cultura afro en el país a pura danza, música, percusión y canto.


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Le proponemos un juego, señor lector, identifique usted cual imagen está tomada en Buenos Aires, y cual está tomada en Montevideo.


En su trabajo de investigación, la antropóloga argentina Eva Lamborghini brinda un panorama sobre esta resistencia con el foco en Los Tambores No Callan, una comparsa de candombe de Buenos Aires que nació con la necesidad de expresarse políticamente, influenciada fuertemente por las corrientes afrouruguayas provenientes de la inmigración de dicho país en las décadas de los 70 y 80.


Además, se puede identificar que el candombe, por lo menos en esta orilla, es una expresión que nació de los descendientes africanos, pero rompió y trascendió los límites de la cultura para convirtirse en una herramienta de expresión política que, a ritmo y marcha de tambor, logró hacerse lugar entre la militancia política.

 

Parafraseando al Canario Luna, famoso murguista uruguayo, que el lector no se olvide que también en la otra orilla hay candombe. Como uno de los tantos componentes del carnaval, este estilo fue una herramienta de expresión política en tiempos oscuros, como la dictadura que sufrieron entre los años 70 y 80, donde el carnaval era mal visto y considerado como un entretenimiento chabacano e incluso vulgar por la alta alcurnia uruguaya.

 

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Jaime Roos y Canario Luna, exponentes de la música uruguaya, este último, afrodescendiente.


Fue también por esta dictadura que el candombe trascendió fronteras y fue un producto “de exportación”, junto a la murga que el "país oriental" difundió a través del mundo con sus emigrantes. Un ejemplo de esta trascendencia sucedió en Australia, país que recibió una fuerte diáspora uruguaya, debido a los exiliados por motivos políticos. Hoy en día, las murgas y el candombe gozan de cierta popularidad en dicha tierra.


“Los motivos, como en toda migración, han sido diversos. Fue una migración de orden económico a lo largo de las décadas de 1950 y 1960 pero también una expulsión en tanto política ante la dictadura entre los 70 y 80s”, plantea el docente y agrega: “Se han integrado sin grandes problemas y agrandado el colectivo en orden a combatir el mito de la "Argentina blanca y europea" o que se escuche que, por ejemplo, en Buenos Aires, "no hay negros"”.


Esta “exportación” pegó fuerte en nuestro país. Viviana Parody, Magíster en Antropología Social por FLACSO Argentina y Doctoranda en Antropología Social en IDAES/UNSAM, afirma en su trabajo que esta emigración afrouruguaya tuvo fuerte presencia cultural con el candombe. Existen ejemplos de comparsas de candombe que festejaron el triunfo argentino en el Mundial de Fútbol de 1978 y bandas de rock nacional que incluyeron ritmos de candombe y murga en sus canciones, como Bersuit Vergarabat en “Negra Murguera” o Las Pastillas del Abuelo “Que carajo es el amor?”.


También fue muy fuerte la influencia en el circuito cultural de nuestra capital, donde florecieron las fiestas de Candombe en lugares como Casa Suiza, movimientos culturales como “Afrocultural”, fundado en 1987 por los hermanos Bonga y José Delfín Acosta Martínez (asesinado por la policía en un caso de racismo institucional a mediados de los 90), al igual que se formaron bandas como Afrocandombe, integrada por inmigrantes afrouruguayos y músicos argentinos.


Las idiosincrasias entre Argentina y Uruguay son muy similares. Somos hijos del mismo origen y cortados por la misma tijera. Lo que cambian son los rumbos culturales y sociales de cada país. Que el candombe sea un ícono del Uruguay no significa que no exista en esta orilla. Las aguas rioplatenses parecen separarnos, pero en realidad nos unen. Aún hoy hay un ritmo africano que sigue latiendo a distintas revoluciones.



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