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ENTRE LA CIENCIA Y LA FICCIÓN: LA REALIDAD

  • Martina Perez Lamberti
  • 19 nov 2024
  • 6 Min. de lectura

Al igual que en las más famosas películas distópicas, donde la tecnología desafía los límites de la humanidad, la Inteligencia Artificial (IA) está dispuesta a revolucionar el aprendizaje dentro de las aulas.

‘’No conozco el futuro... no vine aquí a decirte como esto terminará, vine aquí a decirte como comenzará’’, dice el heroico Neo en el monólogo final en The Matrix, luego de descubrir que la humanidad estaba atrapada en una realidad simulada, controlada por máquinas. Seis meses después, los rebeldes de Sion, la última ciudad humana del planeta tierra, reciben el aviso de que el temible Ejército de las Máquinas se dirige al último enclave de supervivencia. Neo, junto con Morfeo y Trinity, disponen de 72 horas hasta que los robots lleguen a la metrópoli y acaben con lo que queda de la humanidad libre. 


De manera similar, muchos ya ven a la Inteligencia Artificial como una amenaza y anticipan que, en pocos años, estaremos librando una batalla contra ella. Hoy, una de las principales preocupaciones se centra en cómo ésta tecnología está transformando el ámbito educativo, al alterar tanto las formas de enseñanza como de aprendizaje. A pesar de ello, existe un grupo de docentes que, en lugar de verla como una enemiga, la adoptan y promueven como una herramienta dentro de las aulas.

 

Cuando hablamos de Inteligencia Artificial, suelen venir a nuestra mente realidades distópicas como las de Yo, robot, Matrix, Terminator y otros relatos de ciencia ficción. Sin embargo, la IA está bastante lejos. A grandes rasgos es el objeto de estudio de una ciencia que se ocupa de crear máquinas que realizan cosas que podríamos hacer tranquilamente los seres humanos. Y aunque es cierto que el término Inteligencia Artificial es tan amplio que puede interpretarse como un superconjunto de cosas, no se asemeja nada al Ejército de las Máquinas dispuesto a destruir Sion.

 

Si la IA es una máquina capaz de imitar el razonamiento humano, el Machine Learning (ML) es un subconjunto de Inteligencia Artificial donde las personas entrenan a las máquinas para reconocer patrones basados en datos y hacer sus predicciones. En tanto, el Deep Learning (DP) es un subconjunto de ML en el que la máquina es capaz de razonar y sacar sus propias conclusiones, aprendiendo por sí misma y mejorando el modelo con cada nueva interacción con los nuevos datos.



 ‘’Todo el tiempo va a haber fobias y filias’’, explica Yolvi Ocaña Fernandez, Dr. en Educación, quien además agrega: ‘’La gente que tiene miedo responde a un principio que se llama ‘pesimismo social’, en el cual se entiende que todo tiempo pasado fue mejor. Siempre lo malo vende más y esto genera dicha percepción que, si la vemos, por ejemplo, en números no es real’’. 


Algo de esto ya había adelantado el famoso semiólogo Umberto Eco cuando, en el libro Apocalípticos e integrados, se atrevió a hablar de tecnofilia y tecnofobia. Para Eco, la tecnofobia representa el miedo a la tecnología, al verla como una amenaza a las tradiciones y a la naturaleza humana, mientras que la tecnofilia es la fascinación por los avances tecnológicos, claves para el progreso y la mejora de la vida. Mientras que los tecnófobos temen al impacto deshumanizador, los tecnófilos celebran la capacidad para resolver problemas y expandir el potencial humano.


En este contexto, por momentos apocalíptico y por momentos integrado, es fundamental aclarar que la IA se nutre de los conocimientos humanos. ‘’Los algoritmos que, por ejemplo, son capaces de generar textos (como el famoso Chat GPT) son alimentados con datos que van a reproducir y perpetuar los sesgos propios que tiene la persona que los ha creado y que ha seleccionado dichos datos’’, explica Julio López, Dr. en Política y Gestión Educativa, en Integrados por Radio Universidad FM 89.1. 


Pero, ¿por qué integrar la Inteligencia Artificial en el aula si los especialistas coinciden en que su impacto y desarrollo son inciertos? La respuesta ante esta pregunta es sencilla: lo peor que se puede hacer es no utilizarla. 


‘’Es un proceso de educación y adaptación, tanto en docentes como estudiantes, que sirve para aprovechar y cambiar el modelo educativo, ya que, si bien estamos en una etapa realmente compleja porque no sabemos aún cómo adoptarla, que hay que hacerlo es inevitable’’, analiza en Integrados Fernando Juca Maldonado, Dr. en Informática. Sin dudas, entender esto es el punto de partida para ver a la Inteligencia Artificial como una aliada y no como una amenaza dentro del ámbito educativo.



Robots en el aula: IA en la educación temprana

En el marco de un proyecto de investigación denominado ‘’Inteligencia Artificial y aprendizaje activo’’, un grupo de científicos planteó el desafío de estudiar cómo era la aplicación y adaptación, tanto en nivel primario como secundario, de estas tecnologías dentro de las aulas, con el fin de esclarecerle el campo de batalla a los docentes con respecto a esta nueva problemática. Con ese objetivo, aplicaron la investigación en más de 30 escuelas de todo el país.

 

‘’De pronto nos encontramos con que el uso de Inteligencia Artificial que es muy difícil de advertir, sobre todo con respecto a los modelos de lenguaje avanzados y obviamente esto es una luz roja que se prende en educación’’, sugiere Graciela Caldeiro, magister en Procesos Educativos Mediados por Tecnología. 


El reto en el aula consistió en que los alumnos entrevistaran a dos personajes simulados por IA: un reciclador urbano, enfocado en el medio ambiente; y un exmilitar, relacionado con los 40 años de democracia. Estos temas fueron elegidos por la practicidad, dado que habían sido tratados en común por varias escuelas. Según Caldeiro, es crucial indagar en el uso de estos modelos de lenguaje avanzados, ya que "tienen un gran impacto en las prácticas educativas y no sabemos muy bien a dónde nos va a llevar’’. 



‘’Era parte de la consigna que los alumnos supieran que la IA había sido programada para contestar en esos roles, o sea, que en ningún momento había una persona que la entrenó específicamente porque había pasado por la experiencia’’, precisa la especialista en Educación y Nuevas Tecnologías y agrega: ‘’Aun así, muchas veces se chocaban con los sesgos de estas tecnologías y esto no satisfacía por completo sus inquietudes’’.


Así, por ejemplo, cuando un grupo de chicos del nivel primario le preguntó al personaje del exmilitar que sentía cuando torturaba, los modelos avanzados de lenguaje arrojaron respuestas políticamente correctas, que tampoco sabemos si hubiesen sido formuladas de otra manera si se lo hubiesen preguntado a un ser humano. 


Lo que se observó es que las conversaciones entre personajes y alumnos tenían una duración limitada, ya que la inteligencia artificial si tenía el dato, lo generaba, y en caso contrario lo inventaba. A su vez, la actividad motivó a los alumnos a reflexionar y evaluar críticamente la información. Al interactuar con las respuestas de ChatGPT, desarrollaron habilidades para formular prompts muchísimo más precisos.



La estrategia de las universidades 

En La Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), la profesora Carolina Yarussi, junto con sus colegas Laura Carrasana y Alejandro Luna, implementaron esta tecnología en el marco del proyecto de investigación “Prácticas docentes en el ecosistema digital: análisis de estrategias y recursos aplicados en la Educación Superior en el área Comunicación y Periodismo”. 


‘’Lo que propusimos fue traer la Inteligencia Artificial para la generación de contenidos sonoros y determinar si es una herramienta aplicable para esas tareas’’, relata Yarussi. Los alumnos debían realizar un podcast que, desde el guion, pasando por los contenidos, la música y las voces, y terminando por el diseño gráfico, haya sido creado cien por ciento con todas las herramientas que ofrece la IA. 


Lo que hicieron los estudiantes en cada una de las cuatro etapas que comprendía el proceso de creación fue demandar lo que necesitaban a estos sistemas inteligentes. Poco a poco comenzaron a darse cuenta que muchas veces arrojaban errores y que, mientras más precisos eran los prompts (o indicaciones), mejores eran los resultados que se obtenían. 


‘’Los chicos observaron que era muy importante que el usuario de la Inteligencia Artificial supiera de la temática para poder comandarla. Ellos mismos reconocían, por la experiencia vivida, que por ejemplo un guion estaba mal, entonces empezaron a afilar las instrucciones en función de ese conocimiento’’, explica la docente. De esta manera, es posible comprender que la aprehensión y aplicación del conocimiento humano, sigue siendo indispensable a la hora de incorporar este tipo de herramientas. 



Uno de los puntos claves era poder confirmar o desmentir si la voz producida tecnológicamente lograba sustituir a la voz humana. En esta etapa, en la que se utilizaron generadores de sonidos, una de las observaciones que se pudo realizar dentro de la investigación fue que la voz todavía no reemplaza las emociones en una narración. ‘’Encontrar en el medio del relato una risa, una frase teñida de vergüenza o de tristeza, al menos por ahora, resulta imposible’’, puntualiza la Locutora Nacional. 


Tras un largo proceso, los estudiantes lograron dar con algo parecido a un podcast producido completamente por humanos, pero no igual. A través de este proyecto, los docentes pudieron reconocer que la IA puede aliviar el trabajo repetitivo o mecanizado desde un aspecto práctico y laboral. Sin embargo, advierten que la inmediatez y la rápida resolución pueden afectar aquello que está relacionado creatividad y la profundidad del pensamiento. 


‘’Nuestra conclusión fue que un podcast cien por ciento hecho por inteligencia artificial no está bueno. Es escalofriante’’, finaliza la docente universitaria y agrega: ‘’Pero primero hay que hacerlo y conocerlo para no tenerle miedo’’.





Agradecimientos: 

Profesora Florencia Romano por compartir material del programa Integrados de Radio Universidad FM 89.1.

Profesora Carolina Yarussi por la entrevista concedida para este artículo.


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