FLOR DE CAMBIO
- Florencia Fuentes

- 25 nov
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Actualizado: 26 nov
El rediseño del espéculo vaginal evidencia qué pasa cuando las mujeres piensan sobre las mujeres: el resultado es una nueva forma de mirar, cuidar y entender el cuerpo propio.

El Papanicolau, o Pap, es un chequeo anual esencial para detectar cambios en las células del cuello uterino, como lesiones precancerosas causadas por el virus del Papiloma Humano (VPH). Sin embargo, la incomodidad que genera provoca que el 35% de las mujeres eviten acudir a sus controles por miedo, vergüenza o dolor, según una reciente investigación.
El espéculo vaginal es un instrumento médico fabricado de metal o plástico que consta de dos brazos que se abren para permitir la visualización del médico, similar a la forma de una pistola, unidos por un mecanismo de bloqueo que permite ajustarlos en la apertura deseada.
Su primer diseño, inventado por Marion Sims, se remonta a 1845, y poco ha cambiado en casi 200 años: pasó del metal al plástico, pero con la misma estructura e impacto negativo en la psicología de las pacientes.

Lalita Kaplish, editora de Wellcome Collection, afirma que Sims “probó su espéculo en mujeres negras esclavizadas, sin anestesia ni consentimiento”.

El doctor en ginecología y obstetricia Roberto Casale, jefe del Departamento Perinatal del Hospital Posadas, explica que los espéculos de acero “ya casi no se utilizan y que los descartables llevan unas dos décadas en el mercado”. Sin embargo, advierte que muchos “son incómodos y de mala calidad”, y que su implementación fue una “mala solución”.
Con la irrupción de mujeres en espacios históricamente dominados por hombres, se hizo evidente que el espéculo es una de tantas manifestaciones de siglos de poder, exclusión y desigualdad. Cambiarlo no es algo meramente técnico, sino que implica romper con un diseño masculino naturalizado y abrir paso a un conocimiento inclusivo y transformador.
Las investigadoras de la Universidad Técnica de Delf Ariadna Izcara Gual y Tamara Hoveling, rediseñaron el espéculo vaginal de manera que su funcionalidad esté orientada a mejorar la comodidad de las pacientes y garantizar la sostenibilidad ambiental, a la vez que busca reducir la incomodidad y ansiedades asociadas a los exámenes pélvicos.

El nuevo modelo, bautizado “Lilium” por su forma de flor, tiene dos piezas reutilizables que facilitan la higiene, y su estética amigable y la posibilidad de auto introducción, similar a la de un tampón, otorgan mayor autonomía y bienestar a las pacientes. Las ingenieras observaron que “el diseño reduce la sensación de invasión, a la vez que facilita su uso y mejora la visualización”.

Las investigadoras afirman que alrededor del 35% de las mujeres experimentan vergüenza, miedo o dolor relacionados con los exámenes vaginales, lo que las lleva a posponer o evitar los controles. Con el nuevo modelo, las profesionales buscan hacer los exámenes más tolerables y respetuosos con el bienestar físico y emocional de las pacientes.
Los testeos iniciales del nuevo diseño indican una mejora significativa en la experiencia de las usuarias, y aunque aún está en fase de prueba, el Lilium abre la puerta a un cuestionamiento trascendental: ¿Cuántas cosas, incluso aquellas diseñadas para los cuerpos de las mujeres, fueron creadas sin tener en cuenta su experiencia?
“La incomodidad generada por el espéculo depende más de la mano del médico y su mal uso que del instrumento en sí, y los chequeos médicos muchas veces son inherentemente incómodos”, cree Casale y agrega: “Toda mejora será bienvenida, siempre que venga acompañada de un entrenamiento adecuado, donde los profesionales aprendan a realizar el procedimiento con tiempo, cuidado y respeto”.
La experiencia femenina bajo la dominación masculina
Pierre Bourdieu en La dominación masculina explica cómo el orden patriarcal se perpetúa a través del habitus: creencias aprendidas que vuelven natural la desigualdad. En el caso del espéculo, se manifiesta en la necesidad de aceptar la incomodidad del procedimiento sólo porque se da por sentado.
Su principal herramienta es la violencia simbólica, que legitima construcciones sociales sin necesidad de imponerlas por la fuerza. De ese modo, el patriarcado alcanza tal punto de naturalización que incluso las mujeres pueden reproducir el sistema, aún sin advertirlo.
En el mismo sentido, Judith Butler en El género en disputa plantea que el género es el resultado de actos repetidos que siguen normas sociales. Así, el espéculo no solo examina al cuerpo femenino, sino que lo produce bajo ciertas condiciones simbólicas de “ser mujer” y “ser paciente”, bajo parámetros masculinos.
Por eso, Butler considera que el cuerpo se entiende dentro de marcos culturales que le otorgan significado. El espéculo de Sims refleja cómo la medicina configuró el cuerpo femenino como objeto de control, mientras que el Lilium, al centrarse en la experiencia de las pacientes, desafía ese discurso y lo reconvierte: de objeto de estudio a sujeto de conocimiento.
El Lilium propone una nueva perspectiva, al evidenciar que revisar los objetos y prácticas cotidianas puede ser tan transformador como cuestionar los discursos que las sostienen.
Qué se espera
La verdadera innovación consiste en dejar de adaptar lo femenino a lo masculino y empezar a construir desde la diferencia, en lugar de la omisión. En palabras de Gerda Lerner: “La historia de las mujeres ha sido ignorada porque la historia se ha escrito por y para los hombres.”
El médico obstetra y ginecólogo señala que “el nuevo diseño deberá ser comparado con el actual en cuanto a la comodidad de su uso para las pacientes y profesionales, mediante pruebas en diferentes contextos”.
Aún falta esperar a que los organismos correspondientes aprueben el uso del Lilium, pero en caso de suceder, tal vez entonces se pueda hacer honor a la célebre frase: “Querida, andá a hacerte el Pap”, de la actriz y cantante Tita Merello, una de las primeras figuras públicas en Argentina que buscó concientizar acerca del cáncer de cuello uterino y su prevención. Pero, esta vez, libre de dolor, incomodidad y ecos de una violencia simbólica con raíces ancestrales.
“Querida, andá a hacerte el Pap”
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