LA BIBLIOTECA TODAVÍA TIENE ALGO QUE DECIR
- Bautista Leguizamón
- 11 jul
- 3 Min. de lectura
Frente al avance de la inteligencia artificial y la sobrecarga de información digital, las bibliotecas no desaparecen: se transforman.
En 2025, muchos creen que en tiempo de Google y algoritmos, las bibliotecas ya cumplieron su ciclo. Sin embargo, basta con entrar a una de ellas para notar los cambios y su redefinición en la vida pública.

Susana Soto Pérez, directora de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, desde 2024, tiene una mirada clara sobre esa transición: "A los cambios no hay que enfrentarse, es perder energía inútilmente. Hay que saberlos navegar”. Con una larga trayectoria en bibliotecas universitarias y una visión institucional amplia, la bibliotecaria asegura que el mayor riesgo no es el avance tecnológico, sino no estar preparados para integrarlo con sentido.
Una de las herramientas que ya incorporaron fue un chatbot llamado Georgi, en homenaje a Jorge Luis Borges. “Nos ha permitido extender el horario del chatbot a 24 horas, 7 días de la semana”, explica Soto Pérez. Durante el día lo complementa el personal bibliotecario, y por la noche responde consultas frecuentes de manera autónoma. El chatbot escanea la página web de la biblioteca y responde en función de lo que encuentra allí. Aun así, reconoce que no alcanza con eso: “tenemos que tratar de formar un equipo con gente que trabaje en desarrollos de chatbot para tener un chatbot más complejo”, agrega.

Actualmente, Georgi responde alrededor de mil consultas mensuales, según estimaciones del equipo técnico de la Biblioteca Nacional. La directora también proyecta la aplicación de inteligencia artificial a los motores de búsqueda internos. Para eso, necesitan actualizar el sistema de gestión. “Hasta que no tengamos una versión reciente del sistema de gestión no vamos a poder hacer desarrollos en inteligencia artificial”. explica. En paralelo, observa que los algoritmos de empresas como Google ya lo están haciendo, y eso también impone tensiones en torno al control y la ética en el uso de información pública.
Una de ellas es el uso no autorizado de contenidos académicos y culturales por parte de plataformas de IA. “La biblioteca ha tenido durante años una política de poner las cosas digitalizadas y no hay límites. Yo personalmente pretendo cambiar eso a un uso más cuidadoso”, precisa y agrega que el acceso abierto debe ser con consentimiento de los autores, o bien para materiales que ya son patrimonio de la humanidad. “No estoy de acuerdo con digitalizar publicaciones del siglo XX sin respetar derechos de autor”, sostiene.
Este debate también fue retomado por especialistas como el director de informática de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Gustavo Archuby, quien en su artículo “Repositorios institucionales y plataformas de inteligencia artificial: ¿acceso abierto para todo?” (2023) advierte que muchas IA se entrenan con repositorios académicos sin consentimiento ni control, generando tensiones entre ciencia abierta y derechos de autor.
Según Soto Pérez, el avance tecnológico no borra el papel de la biblioteca como espacio de orientación y formación. Explica que hay mucha información falsa circulando, sobre todo en temas como salud o elecciones y que es clave enseñar a distinguir sitios confiables.
La directora plantea que las bibliotecas deben estar a la vanguardia tecnológica si quieren seguir siendo relevantes. “No quedarse atrás en la tecnología va a ser lo que va a asegurar el lugar de relevancia que tenga la biblioteca. El que se queda atrás en la tecnología va a desaparecer”, puntualiza.
Ese no es el único dilema que enfrenta la institución. Desde su gestión, también impulsan un plan de federalización en etapas, que busca fortalecer las bibliotecas provinciales para que a su vez potencien a las locales. En Argentina existen 2.000 bibliotecas populares distribuidas en más de 1.189 localidades, sostenidas por unos 30.000 voluntarios y con más de 4 millones de usuarios, según datos de la CONABIP. A ello se suman al menos otras 322 bibliotecas públicas de acuerdo con la información del Censo Nacional de Bibliotecas Públicas de la República Argentina.

En dicho contexto, la federalización que impulsa la dirección de Susana Soto Pérez busca articular ese entramado diverso y desigual, para construir una red más integrada y con apoyo técnico sostenido. La idea es que la Biblioteca Nacional actúe como apoyo técnico y cultural, en un país donde las condiciones de acceso son desiguales según la región.
La directora aclara que “la biblioteca es un lugar que espera a todo el mundo”, y agrega: “si alguna vez sienten que hay un lugar donde no pueden estar, o que el mundo se vuelve demasiado complicado, yo tengo la certeza que alguna biblioteca los va a recibir”. En un mundo saturado de información, quizás lo que sigue haciendo valiosas a las bibliotecas no es solo su silencio ni sus libros, sino su capacidad de acompañar a quienes buscan aprender.
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