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LA OTRA CARA DE LA PASTILLA QUE TODO LO CURA

  • Foto del escritor: Tamara Drumond
    Tamara Drumond
  • 23 jul
  • 4 Min. de lectura

Argentina es el segundo país americano con mayor consumo de medicamentos sin prescripción como consecuencia del exceso de promociones de estos productos.


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La pantalla del televisor brilla sin descanso frente a Elvira, jubilada de 76 años. El zapping es parte de su rutina y, entre novelas, noticieros y programas de chimentos, desfilan comerciales que prometen alivio inmediato, como cápsulas para el dolor muscular, jarabes milagrosos o pastillas sanadoras. Ella consume estos antídotos hasta que es diagnosticada con una enfermedad, que podría haberse evitado si se hubiese tratado de la forma correcta. Como Elvira, 8 de cada 10 argentinos mayores de 16 años eligen medicarse por su cuenta.


El ex presidente del colegio de farmacéuticos de La Matanza y farmacéutico con más de 50 años de experiencia, Juan Carlos Amanatto, analiza que “uno de los principales causantes de la automedicación radica en querer sanarse el uno al otro sin tener, desgraciadamente, perspectivas de medicina. Y después, yendo al mundo moderno, un factor fundamental es la venta libre y, por ende, la televisión que la usa”.


En los últimos 20 años, el hábito de medicarse por cuenta propia en Argentina pasó de ser frecuente en el 30% de la población a alcanzar el 80% en 2024. La definición de consumo responsable se apoya en la figura de un usuario informado que utiliza medicamentos sin receta, aprobados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) con el objetivo de aliviar o prevenir síntomas ligeros. Estas drogas no requieren una consulta, pero pueden provocar complicaciones o generar reacciones alérgicas.


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“Si bien el compuesto de acceso libre ha sido clasificado por el ANMAT considerando su uso en dosis menores, las dosis menores tomando mucho no existen. Podés tomar un miligramo de una aspirina, pero, si de ese miligramo tomás 10 juntos, eso ya es nocivo. De ahí el peligro”, advierte el experto.


Según datos del Ministerio de Salud y la COFA, el 11% de los casos de daños irreversibles en los riñones se vinculan al uso excesivo de analgésicos y el 40% de las hemorragias digestivas altas se deben a las aspirinas y antiinflamatorios no esteroides.


¡Que no cunda el pánico! Siempre y cuando se haga un consumo responsable, no debería haber riesgo extremo. “Todos los excesos son malos”, afirma Amanatto. El farmacólogo señala: “Yo creo que hay varias consecuencias pero si tomás, por ejemplo, un pequeño laxante sin indicación de forma incorrecta, claramente te vas a agarrar una descompostura. La aspirina también puede producir efectos no deseados si se hace un mal uso de ella”.


La mayor inquietud está en los antibióticos, debido a que contribuyen al aumento de la resistencia bacteriana a nivel global. Dicho fenómeno compromete la eficacia de tratamientos comunes, eleva los costos médicos, prolonga las internaciones y puede aumentar la mortalidad.

“Al antibiótico hay que recomendarlo como un psicotrópico, con receta archivada y el único que la puede dar es el médico. Pero la industria produce algunos genéricos que sustituyen al original y que se venden en los kioscos o vía internet”, observa el farmacéutico y advierte que “hay productos circulando en las publicidades que contienen fenilefrina o tienen la famosa efedrina que, si no se utiliza de forma responsable, la persona que lo consume puede terminar nerviosa o con insomnio”.


Influencia de la publicidad

El crecimiento de este fenómeno va de la mano del marketing. El mercado de fármacos no prescritos representa alrededor del 25% del mercado farmacéutico argentino, con más de 194 millones de unidades vendidas en el 2023.


Este sector impulsa campañas publicitarias con celebridades, promociones 2x1 y promesas de bienestar instantáneo. Un estudio argentino realizado por investigadoras de la Universidad de Buenos Aires en 2018 reveló que el 80% de los folletos promocionales contienen información engañosa, y sólo 1 de cada 3 incluía datos autorizados por los organismos correctos.

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Los anuncios comerciales son el elemento clave fundamental de la automedicación en las grandes ciudades, y de las que no también porque la televisión llega a todo el mundo. Como la industria maneja mucho dinero, es muy simple ver un programa que nos agrada mientras debemos soportar que cada 10 minutos aparezcan productos que nos sanan “supuestamente” de todas las enfermedades que podemos tener, teóricamente y entre comillas”, apunta el profesional de salud.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que los anuncios dirigidos al público deben contribuir a que la población pueda tomar decisiones racionales sobre la utilización de drogas que están legalmente disponibles sin receta. Sin embargo, Amanatto considera que tiene que haber mayores regulaciones y restricciones.


“La población no está lo suficientemente informada de las potenciales complicaciones sobre los fármacos que consume”, sostiene el especialista y precisa otro factor de peligro: “El venta libre no tiene una explicación clara y notoria en cuanto a qué sucede si se mezcla con otros remedios, por ejemplo”.

Por más que la ANMAT exige que lo que se promociona no induzca al uso indiscriminado ni omita riesgos, el uso responsable también depende de una audiencia informada y crítica, que conozca los límites.


Fuentes

Análisis sobre la publicidad y promoción de medicamentos 2018 https://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0025-76802021000400559


Datos de automedicación en adolescentes


Datos de la COFA


Datos Colegio de farmacéuticos

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