LA TRAMPA DEL ÉXITO
- Dafne Melgarejo
- 12 nov 2024
- 4 Min. de lectura
La presión social digital y su impacto en el bienestar adolescente.
Un estudio del investigador Jesús Alberto Sánchez de la Universidad de Guanajuato, México, examina el impacto del uso intensivo de redes sociales en la salud emocional de los adolescentes, analiza la relación entre la búsqueda de validación en plataformas digitales y la aparición de problemas como la ansiedad y la depresión. ¿De qué manera la exposición constante a imágenes idealizadas afecta la identidad y bienestar de los jóvenes? La investigación plantea interrogantes esenciales sobre los desafíos emocionales de los adolescentes en el entorno digital actual.

Un adolescente mira con ansiedad su teléfono, esperando a que el número de "likes" en su última publicación suba. Solo han sido diez. Los amigos que sigue tienen cientos de reacciones. El vacío crece en su interior, ¿Qué está haciendo mal?
Este escenario, tan cotidiano para muchos jóvenes hoy en día, refleja un fenómeno preocupante: la búsqueda de validación en las redes sociales. En la era digital, donde la conexión con el mundo exterior está a solo un clic de distancia, el éxito y la popularidad parecen medirse en interacciones: "likes", seguidores, y comentarios. Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias emocionales de depender de estas métricas? El estudio de Jesús Alberto Sánchez Valtierra, "Evaluación del impacto de las redes sociales en el bienestar psicológico de adolescentes", nos ofrece respuestas.

Las redes sociales como espacio de comparación constante
Las redes sociales han creado un campo de comparación continua, donde los adolescentes se exponen diariamente a las versiones más editadas y curadas de la vida de los demás. Sánchez subraya que el uso de redes como Instagram y TikTok fomenta la tendencia a comparar el propio éxito con el de influencers que proyectan una vida idealizada. Este patrón de comportamiento puede parecer inofensivo, pero tiene profundas implicaciones en la autoestima de los jóvenes.
El investigador identifica que los comportamientos que favorecen la salud mental incluyen el uso de las redes para mantener relaciones significativas o compartir intereses creativos. Sin embargo, el uso constante para la búsqueda de validación externa o la comparación con los logros ajenos puede generar frustración y ansiedad. Esta dicotomía entre el potencial positivo de las redes sociales y su uso perjudicial está en el corazón de la discusión sobre su impacto emocional.

Expectativas de éxito irrealistas
El concepto de éxito ha sido distorsionado por las redes sociales. Según Sánchez, los adolescentes tienden a medir el éxito en función de métricas visibles: cuántos seguidores tienen, cuántos “me gusta” reciben, y cuán popular es su contenido. La representación idealizada de la vida en las redes sociales contribuye a generar expectativas poco realistas, enfocándose en logros superficiales como la apariencia o la popularidad en lugar del esfuerzo genuino. Esta constante exposición a vidas aparentemente perfectas puede generar una percepción errónea de lo que significa tener éxito, exacerbando la insatisfacción personal cuando las expectativas no se cumplen.
El tiempo en redes y la insatisfacción personal
Otro hallazgo importante del estudio es la relación directa entre el tiempo invertido en redes sociales y la insatisfacción personal. Los adolescentes que pasan más tiempo conectados son más propensos a experimentar sentimientos de frustración o insuficiencia. Este efecto se amplifica cuando no logran la validación que esperan a través de interacciones digitales. Sánchez destaca que este fenómeno es particularmente nocivo cuando los adolescentes dependen de la cantidad de “me gusta” o comentarios para definir su autoestima. Esta obsesión por la validación externa puede llevar a un ciclo tóxico donde la identidad de los jóvenes se basa exclusivamente en su popularidad digital, afectando su salud mental.
Éxito online vs. éxito en la vida real
Una de las reflexiones más interesantes del estudio es la comparación entre el éxito digital y el éxito en la vida real. Mientras que el éxito en redes sociales se percibe como algo inmediato visualmente gratificante, los logros en la vida real requieren más esfuerzo y tiempo, lo que puede hacerlos menos atractivos en comparación con la gratificación instantánea que ofrecen las redes. Este contraste genera una desconexión en los adolescentes, quienes pueden llegar a subestimar el valor de los logros que realmente importan a largo plazo. La gratificación instantánea que brindan las redes puede hacer que estos logros pasen desapercibidos, contribuyendo a la insatisfacción personal y a una sensación de fracaso.
Reflexiones y soluciones
¿Qué podemos hacer ante este creciente fenómeno? Sánchez sugiere que es fundamental promover un uso más saludable de las redes sociales, educando a los jóvenes sobre cómo gestionar sus expectativas y evitar la trampa de la validación digital. Una estrategia clave es la alfabetización digital, la cual permite a los adolescentes comprender los riesgos asociados al uso excesivo de redes y desarrollar herramientas para interactuar de forma saludable en línea. También se destaca la importancia de programas educativos de salud mental que ofrezcan a los adolescentes el apoyo necesario para reconocer y manejar emociones negativas generadas por las comparaciones y la búsqueda de aprobación en redes.
En México, por ejemplo, el gobierno ha puesto en marcha el programa de inclusión y alfabetización digital (PIAD), que se enfoca en capacitar a docentes en el uso de tecnologías digitales y proporcionar acceso a herramientas digitales en las aulas. Entre los programas dirigidos a adolescentes destaca "Aprende a usar internet ", promovido por la Secretaría de Educación Pública (SEP) que enseña a los jóvenes a utilizar las herramientas digitales de manera segura y efectiva, con el objetivo de fomentar un uso responsable de las tecnologías de la información y la comunicación.
Por otro lado, en países como Estados Unidos, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ha impulsado políticas que integran la educación en salud mental dentro de las escuelas. Estos programas capacitan tanto a docentes como a estudiantes, equipándolos con habilidades para enfrentar la presión de las redes sociales y fortalecer su resiliencia emocional. Son casos que valdría la pena analizar para replicar en nuestro país.
En cualquier política que se tome apuntando al bienestar digital, el verdadero desafío radicará en redefinir el concepto de éxito. Priorizar la autenticidad y el bienestar emocional por encima de las meras interacciones digitales, como los "likes," puede ayudar a los adolescentes a forjar una autoestima más sólida, basada en valores personales en lugar de métricas superficiales. Este enfoque educativo y preventivo representa una vía prometedora para guiar a los jóvenes hacia una relación más saludable con la tecnología y su identidad en línea.





Comentarios