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¿LOS JÓVENES LEEN?

  • Foto del escritor: Candela Nuñez Ascherl
    Candela Nuñez Ascherl
  • 25 nov
  • 4 Min. de lectura

Las redes sociales impulsaron otras formas de lectura y recomendación en el público, lo que transforma el vínculo entre las nuevas generaciones y la literatura.


Solemos escuchar que los jóvenes ya no leen, que la tecnología los aleja de los libros. Sin embargo, en las redes sociales hablan de literatura todos los días. Quizás la pregunta no sea si los jóvenes dejaron de leer, sino cómo eligen hacerlo en la actualidad.


Antes del nacimiento de la Web, las opciones para elegir un libro eran mucho más limitadas. Lo habitual era dejarse guiar por la recomendación de alguien cercano  o detenerse frente a las estanterías de una librería y leer un sin fin de sinopsis e incluso hojear entre páginas, en busca de algo que despertara su interés.


Hoy, las redes sociales cambiaron completamente esta experiencia. Antes, algunas actividades solían tomar horas, pero ahora pueden realizarse en pocos minutos, gracias a las recomendaciones literarias que circulan en las redes sociales.


"Los jóvenes se volvieron productores culturales a través de las plataformas digitales. Antes eran los adultos los mediadores entre la lectura y los jóvenes, ahora son los mismos jóvenes los que se recomiendan libros entre ellos y se posicionan en un lugar de pares”, afirma Victoria Sáez, magíster en Gestión Cultural por la Universidad de Buenos Aires (UBA).


En otras épocas, el mercado de las ediciones juveniles era limitado, aunque libros como “Harry Potter” (1997), “Los juegos del hambre” (2008) o “Crepúsculo” (2005) transformaron el mercado literario, lo que convoca a una ola de jóvenes que estaban buscando lecturas más allá de lo escolar.


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Los nuevos mediadores

Con las nuevas tecnologías muchas cosas cambiaron, como los modos de circulación, recepción y producción de la literatura. Aparecieron términos como Booktubers, Bookgramers y Booktok, también conocidos en conjunto como “Bookfluencers”.


Los primeros en aparecer fueron los “bloggers”, quienes escribían reseñas en la web y sentaron la base de las transformaciones de los hábitos de lectura de los jóvenes. Luego, surgieron los “Booktubers”, jóvenes que compartían en YouTube videos donde se hablaba sobre sus lecturas. Unos años después, se sumó Instagram, donde surgieron los “Bookgrammers”, quienes tuvieron un alcance mayor que otros medios por la rapidez con la que se podía generar el contenido.


Todos estos modos de difusión literaria on-line conforman un recorrido de comunidades que anteceden a Booktok y que han sido nombradas por distintos autores como la comunidad BBB (Bookbloggers, Booktubers y Bookstagramers)


En el último tiempo surgieron los “booktokers”, quienes convergen los métodos de YouTube e Instagram para recomendar sus lecturas en Tik Tok. Gracias a un formato dinámico, así como a la viralización a través de hashtags y retos literarios, lograron que muchos libros se conviertan en fenómenos de ventas. A su vez, este fenómeno promovió que los jóvenes adopten nuevos hábitos de consumo. 


Sáez asegura que "la mayoría de los booktokers de Argentina comenzaron durante la pandemia, un momento en el que los jóvenes tenían más tiempo".  Además, la investigadora remarca que "el algoritmo de Tik Tok permitió que muchos de los influencers pueden viralizarse sin tener seguidores” y agrega que marcan “una diferencia con las plataformas anteriores".


Tal es la influencia de los booktokers que algunas de las reseñas de los jóvenes lograron impulsar ciertos títulos a un nivel tan amplio que quedaron registradas en las propias portadas de algunos de los libros como “El fenómeno de Tik Tok”.


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A diferencia de lo que podría suponerse, la mayoría de las recomendaciones son sobre libros en físico, cuestión que motiva la compra de los libros en papel y marca una diferencia con la era digital. De este modo cumple un rol importante en la compra y venta. Para Saez, se debe a un "fetiche con el objeto libro", ya que aunque los jóvenes se criaron en tiempos digitales, la versión en papel sigue teniendo un fuerte valor cultural y simbólico.


“Esto queda demostrado en los videos de los bookfluencers ya que en cualquiera de sus publicaciones siempre tienen una biblioteca de fondo con adornos, libros ordenados por color o por sagas”, considera la especialista.


El impacto de estas dinámicas se evidencia también en las ventas ya que durante la última Feria del Libro, entre el 60% y el 70% de las compras online estuvieron vinculadas por las recomendaciones realizadas por los influencers literarios. “Hay casos concretos de libros que estaban perdidos y, tras la recomendación de una booktoker, se agotaron y debieron reimprimirse”, destaca.


Uno de los ejemplos más notorios fue Romper el círculo de Colleen Hoover, una novela publicada originalmente en 2016, que volvió a encabezar los rankings de ventas años después de la difusión en Tik Tok. La autora, convertida en un fenómeno mundial, logró vender millones de ejemplares tras viralizarse.


"El género juvenil no se puede pensar sin el ecosistema de las plataformas; es el que más creció en los últimos veinte años”, señala la Magíster.

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Las empresas encontraron en estos jóvenes a los mediadores ideales para hablarle a un público que está creciendo. Esta relación entre las editoriales y los influencers tiene tres niveles: los que reciben libros gratis para reseñar; los trabajos rentados part time o de desarrollo externo como el manejo de redes; y los trabajos full time dentro de la industria.

“Las editoriales empiezan mandándoles libros de cortesía a los bookfluencers para que los recomiendan en sus redes- esgrime la investigadora- ya hay un montón de chicos y chicas que directamente cobran ya que se fue profesionalizando esta relación”.


Este vínculo está tan afianzado que incluso muchos de los Booktokers se han convertido en autores, ya que las editoriales notaron que si aparecen sus nombres en las portadas, más lectores van a comprar esos libros.


“Ese discurso ya es antiguo. Los jóvenes leen, y probablemente más que muchos adultos. Leen sagas de siete tomos, escriben, y crean comunidades, tal es así que en Argentina el género más vendido es el juvenil”, concluye Sáez.


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