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MERCADO DE PIBES

  • Nahuel Damian Perez
  • 18 nov
  • 5 Min. de lectura

En el fútbol argentino, cada vez más temprano, los clubes seleccionan, entrenan y descartan talentos infantiles bajo la lógica del rendimiento y la rentabilidad. Lo que antes era juego, hoy se transforma en inversión: los sueños del potrero cotizan en el mercado.


No tenés edad para manejar ni para votar, pero con solo 14 años te calzas la casaca de tu club para salir a debutar en primera división. Mateo Apolonio vivió esto en el Club Deportivo Riestra en 2024, con los flashes de los celulares filmando su entrada al verde césped.


Medios, periodistas y jugadores criticaron esta acción del club como una estrategia de “marketing” que apresuró el proceso de un chico para romper simplemente romper un récord. Se trata de un sistema que incluye representantes, dirigentes, entrenadores y sueños.


En una trabajo de investigación, Agustín Herrera (2023), licenciado en Educación Física de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y actualmente entrenador de arqueros juveniles en Arsenal de Sarandí, demuestra con claridad que desde los clubes federados de primera división —como Independiente, Racing y Lanús— se forman futbolistas desde edades muy tempranas, con metodologías pensadas no solo para enseñar a jugar, sino para detectar, moldear y vender talentos. “La idea es que el chico vaya, se forme y sea un producto rentable para el club”,  asegura Herrera.


Lo que alguna vez fue un espacio de juego y aprendizaje hoy se estructura bajo la misma lógica que el fútbol profesional, lo que hace perder ese complemento lúdico y creativo propio de la niñez. ¿Qué entendemos por complemento lúdico? Se trata de ese espacio de libertad donde el niño juega por placer, experimenta, inventa y aprende sin presiones ni objetivos externos, donde el error no pesa y la imaginación guía el movimiento.


En el estudio, también se detalla que los niños entrenan varias veces por semana, con evaluaciones técnicas, tácticas y físicas similares a las de un jugador profesional. Asimismo, a una temprana edad, ya se los analiza por rendimiento, estatura, velocidad o potencial de desarrollo físico. Esto no solo se trata de formar deportistas, sino de invertir en futuros activos económicos.


EL NIÑO COMO PRODUCTO


Todos los equipos del fútbol argentino sueñan con sacar a la próxima estrella que pueda ser vendida a Europa. Cada chico que se destaca representa una posible promesa a vender, un pase futuro, una inversión que podría generar beneficios para clubes, representantes o empresas intermediarias.


Los menores no juegan exclusivamente un club, sino que si los días y los horarios se los permite, juegan con su equipo de barrio. Al respecto, el entrenador señala que “ya no solo son los clubes de AFA y eso es lo más preocupante”. Este fenómeno marca un “quiebre” con la lógica tradicional del potrero, ya que no se trata solo de “jugar por la coca” o ganarle a tu amigo del barrio, sino que se busca la proyección y la visibilidad. 


EL ROL DE LOS TÉCNICOS 


Los técnicos de categorías infantiles, muchos de los cuales trabajan tanto en clubes de barrio como en instituciones afiliadas a AFA, funcionan como verdaderos intermediarios. Recomiendan, trasladan y “llevan” jugadores de un club a otro, según el potencial que perciben en ellos, lo que emula el mercado de pases del fútbol profesional, pero con protagonistas que no llegan a los doce años.


Asimismo, los técnicos también intentan igualar los entrenamientos y competencias a las profesionales, en busca muchas veces del resultado por sobre la formación en el afán de conseguir títulos o referencias que puedan catapultarlos en su carrera. 


LOS ENTRENAMIENTOS DE LOS FUTURAS “ESTRELLAS”


En los clubes federados, los entrenamientos suelen realizarse entre tres y cuatro veces por semana, mediante la combinación de preparación técnica, táctica y física. Los chicos participan además en torneos los fines de semana, lo que deja muy poco tiempo para la recreación o el descanso. 


A las 7 AM de un viernes, mientras sus compañeros de clase ven los dibujitos antes de ir al cole, “Juan”, de 10 años, hace un ejercicio de rapidez y fuerza con el preparador físico y sabe que un mal tiempo podría significar la no citación para el domingo.


Esta exigencia para los niños, el científico explica que “los clubes más grandes, más importantes, te exigen resultados y si el fin de semana pasado ganaste o perdiste, en el ánimo de los chicos y en cómo se sobrelleva el entrenamiento depende un montón”.


El doctor Bilardo sobre el desarrollo del fútbol infantil.

En categorías donde los jugadores apenas superan los ocho o nueve años, se privilegia la competitividad por encima del disfrute o la experimentación lúdica. Según Herrera, la formación comienza a reproducir la estructura del alto rendimiento: los niños son evaluados, clasificados y, en ocasiones, desplazados si no alcanzan los niveles esperados. El preparador físico argumenta que “hay tantos chicos que quieren ser jugadores que puede aparecer un jugador de otra provincia o país, y si es un poco mejor que vos, te termina sacando el lugar”.


La Encuesta sobre Deporte y Actividad Física en Niños, Niñas y Adolescentes de la Secretaría de Deportes de la Nación muestra que casi un 30 % de varones entre 10 y 14 años entrena más de cuatro veces por semana, una cifra que revela la intensidad de la práctica deportiva infantil. Sin embargo, organismos como UNICEF, insisten en que la actividad física en la infancia debe centrarse en el juego, la socialización y el bienestar general. La incorporación de rutinas que prioricen la eficacia por encima del placer puede alterar esa función principal del deporte como herramienta de desarrollo integral.


¿CÓMO INFLUYE LA SITUACIÓN DEL PAÍS?


Está claro que el fútbol argentino no el que goza de mayores ingresos económicos, en cuanto a premios por parte de AFA, planteles o instituciones. Varios clubes buscan en sus inferiores ese beneficio para marcar la diferencia con los demás. Así, muchos chicos tienen la posibilidad de irse a otro país a seguir con su carrera, y no lo dudan. Para Herrera, los jugadores se van cada vez más jóvenes (17-18 años), lo que deriva en una formación más temprana.


A continuación, se pueden ver los equipos del fútbol argentino que más recaudaron en la venta de jugadores surgidos de las inferiores. Muchos de ellos (por no decir todos), se fueron directamente al exterior y, otra gran parte, ni siquiera llegó a jugar más de una temporada en nuestro fútbol. 

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Las cifras son contundentes, pero muchos hinchas cuestionan el hecho de no poder “disfrutar” de sus estrellas en el club y terminan criticando a la institución, al propio jugador y hasta a la familia.


“Lamentablemente el chico a veces termina siendo quizás la posibilidad de salvarse económicamente de la familia”, describe el investigador, quien afirma que muchos padres facilitan este sistema automatizado por el que el niño, aun teniendo 6 años, comienza a entrenar y “vivir una vida de deportista”.


Esta búsqueda y formación de potenciales figuras, lleva a una gigantesca inversión de los clubes, quienes aplican un modelo empresarial dentro de las inferiores, con pensiones para los niños, donde cuenta con alimentación y hasta apoyo mental.


Estas herramientas permiten sobrellevar desigualdades sociales o problemas en los hogares, como la violencia. Los clubes deberían evaluar estos factores para acompañar a aquellas personitas que quizás juegan a la pelota solo para desconectarse de la realidad. En muchos casos, el niño no lo sabe, pero su gambeta podría valer millones de dólares y ser aclamada por el mundo.


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