MICROPLÁSTICOS EN EL MAR ARGENTINO
- Thomas Braga
- 12 nov 2024
- 4 Min. de lectura
¿Cuánto plástico comés por día? Esta pregunta tal vez te sorprenda, pero es más real de lo que parece.
No hablamos de envoltorios o bolsas de supermercado, sino de partículas diminutas, invisibles a simple vista, que entran en nuestra dieta sin que lo notemos. Los microplásticos ya forman parte de los peces que comemos, los mariscos que disfrutamos e incluso algo tan básico como la sal marina. La Dra. Rosana Di Mauro, del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), advierte que estos plásticos "pueden acumularse en los organismos y entrar en la cadena alimentaria". ¿Qué implica esto para nuestra salud? ¿Qué consecuencias tiene para la biodiversidad marina? Y lo más importante: ¿cómo llegó esta crisis global a las costas del Mar Argentino?

Un problema global que invade nuestras aguas
¿Sabías que los microplásticos están en todos lados? Desde las aguas cristalinas de la Antártida hasta los mares tropicales, estos pequeños fragmentos de plástico —de menos de 5 mm— invaden todos los rincones del océano. Y Argentina no es la excepción. Según la Dra. Di Mauro, estudios recientes del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación revelaron que estas partículas están presentes tanto en nuestras costas como en las profundidades del Mar Argentino. En aguas argentinas se ha medido una densidad de hasta 8 partículas de microplásticos por metro cúbico en zonas cercanas a áreas urbanas, utilizando redes de malla ultrafina para capturar partículas microscópicas y espectrometría para identificar su composición. Peces, moluscos y crustáceos ingieren estos plásticos, y así, estos microcontaminantes llegan a nuestras mesas.
Millones de toneladas de plásticos se filtran en los océanos del mundo, y se estima que alrededor del 80% de estos residuos provienen de fuentes terrestres. “Cada vez que lavamos ropa sintética o tiramos una botella de plástico, estamos contribuyendo a este problema global”, comenta la Dra. Mara Braverman, investigadora del INIDEP.
Plástico en tu plato
¿Te gusta comer pescado? Bueno, esos filetes de merluza que compraste en la pescadería tal vez no solo contengan proteínas. Los peces confunden los microplásticos con alimento, lo que provoca graves daños internos. “Los plásticos no solo causan daño físico, sino que también absorben toxinas presentes en el agua, las cuales luego se transfieren a los humanos a través de los alimentos”, explica la Dra. Braverman. Esto genera un ciclo de contaminación que afecta directamente nuestra salud.
Diferentes estudios en el INIDEP y en colaboraciones internacionales han identificado tres tipos principales de microplásticos en los organismos del Mar Argentino: polietileno, polipropileno y poliestireno, provenientes de envases y desechos comunes. La ingesta de microplásticos en los humanos alcanza miles de partículas al año, aunque todavía desconocemos el impacto que esto tendrá a largo plazo en nuestro cuerpo.
Pero no solo nosotros estamos en riesgo. Los microplásticos causan estragos en el ecosistema marino. “No se trata solo de que un pez coma plástico, sino de cómo esto altera toda la cadena alimentaria”, destaca la Dra. Di Mauro. Los animales más pequeños ingieren microplásticos, y estos se acumulan a medida que los depredadores más grandes los consumen, creando un desequilibrio que amenaza a diversas especies.
En algunos estudios realizados en otras partes del mundo, se ha visto que la ingestión de microplásticos puede resultar fatal para ciertas especies, afectando su capacidad de reproducirse y, en consecuencia, su supervivencia. “Si no tomamos acción rápida, podríamos enfrentar una crisis en las especies más importantes para la pesca en Argentina”, advierte Braverman.
Hacia un océano sin plástico: Acciones y Soluciones
¿Qué hacemos para solucionar este panorama sombrío? En Argentina ya se realizan investigaciones propositivas que buscan mitigar este problema, desde la regulación del uso de plásticos hasta la promoción de prácticas más sostenibles. “Es crucial que continuemos investigando el impacto de los microplásticos para implementar políticas eficaces”, asegura la Dra. Di Mauro.
Existen modelos internacionales que han sido exitosos. Noruega, por ejemplo, lanzó un programa para reducir la cantidad de microplásticos de textiles y cosméticos, y la ONU, con la Iniciativa Mar Limpio, ha lanzado una campaña global, motivando a industrias de múltiples países, incluida Argentina, a adoptar regulaciones más estrictas para reducir el uso de plásticos de un solo uso. Estas prácticas también inspiran medidas locales en el país, con algunas ciudades implementando campañas de limpieza en playas y de concienciación pública. Sin embargo, aún es necesario un cambio estructural en el manejo de residuos y en la producción de materiales.
La esperanza en la innovación
La industria de los plásticos se encuentra en un momento de transformación, impulsada por innovaciones que buscan reducir su impacto ambiental. Empresas y científicos en Argentina y el mundo desarrollan materiales más sostenibles, como plásticos que se descomponen rápidamente sin dejar rastro en el ambiente. Por ejemplo, investigadores de la Universidad Nacional de La Plata trabajan en bioplásticos derivados de residuos agrícolas, como el almidón de maíz y la cáscara de arroz, que ofrecen propiedades biodegradables. Además, se mejoran las técnicas de reciclaje para evitar que los residuos terminen en el mar. En Argentina, algunas empresas ya prueban envases hechos de materiales alternativos, pero la pregunta es: ¿será esto suficiente? La demanda de plásticos sigue creciendo y, aunque hay avances, la solución más efectiva parece estar en cambiar nuestros hábitos de consumo y reducir nuestra dependencia de este material.
Conclusión: Un llamado urgente para salvar nuestros océanos
Entonces, ¿qué hacemos? La contaminación por microplásticos en el Mar Argentino no solo representa una amenaza para el ecosistema, sino también para nuestra salud. La evidencia se acumula: el plástico que arrojamos hoy al mar puede volver a nosotros mañana en forma de toxinas en nuestra comida. Es fundamental que la ciencia, los gobiernos y la sociedad trabajen juntos para encontrar soluciones efectivas y, más importante aún, que cambiemos nuestra relación con los plásticos. “El océano no aguanta más”, concluye la investigadora.





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