SI TE FILMAN NO TE VEO
- Federico Pereiro 
- 17 oct 2023
- 2 Min. de lectura
El 17 de octubre de 1951 fue el día que la televisión argentina inició su primera transmisión oficial. Aunque pocos serían los testigos de tal hazaña.
La gente agita sus pañuelos. Tres cámaras apuntan desde el Banco Nación hacia la Plaza de Mayo. Eva Perón va a dar su discurso. Es el 17 de octubre de 1951, día de la lealtad peronista, pero también de la primera transmisión oficial de TV en la Argentina. Sin embargo, tan solo hubo veinte mil espectadores.
¿Por qué este hito pasó tan desapercibido?
Carlos Ulanovsky, periodista y especialista en medios, explicó en una entrevista a Télam que solo las personas adineradas podían valerse de un televisor en aquella época; y que incluso así las personas no los usaban debido a la poca (y casi nula) oferta de programas. Además, el contexto social y político de la época hacía que todas las miradas estuvieran puestas en el discurso de Eva Perón, la entonces primera dama de la Argentina.


Jaime Yankelevich, un hombre búlgaro de 56 años y director de Radio Belgrano, fue el encargado de traer la televisión a nuestro país. Su hijo Miguel, quien falleció en 1949, le pidió en su lecho de muerte que trajera este artefacto al país. Fue así que Yankelevich se comunicó con Eva Perón y el ministro de comunicaciones Oscar Nicolini para buscar fondos que financiasen su proyecto. La primera dama dio luz verde, pero bajo una condición: “Está todo bien con la televisión, pero quiero que empiece el 17 de octubre”.
Yankelevich viajó a Estados Unidos y compró los equipos de transmisión Standard Electric por 26 millones de dólares. Luego, junto con los técnicos de Radio Belgrano y el grupo musical “Los Prado” dio vida a LR3 Radio Belgrano TV, el primer canal de televisión argentina que luego se convertiría en LS82 TV Canal 7 y finalmente en Televisión Pública.

La primera antena fue montada sobre una
torre de 50 metros de altura en el Ministerio de Obras Públicas (actual Ministerio de Desarrollo Social y Salud). La señal apenas alcanzaba los cinco kilómetros; una distancia que no sobrepasaba los límites de Palermo,
Almagro o Parque Patricios.
El tipo de antena que se usó era de polarización horizontal, un estándar que permite que la señal que viaja por el aire sea menos ruidosa en la transmisión, tenga un mayor radio de cobertura y una menor pérdida de potencia.
Pero los ingenieros en telecomunicaciones no fueron los únicos aventureros. Los camarógrafos afrontaron un nuevo desafío en las ciencias de la comunicación. Dos de las tres cámaras utilizadas iban montadas sobre carros que debían ser controlados por un cámara y un asistente que no tenían experiencia alguna sobre lo que era grabar para televisión.
Además, los conductores debían aprenderse textos de memoria, actuar bajo luces que revelaban cada detalle de sus aspectos y someterse a la presión de tener que maquillarse cada vez que salían al aire. Así como la voz cobró protagonismo con la radio, ahora la imagen venía a sumar su importancia.

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