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UN 10% DE LA POBLACIÓN MUNDIAL ES DISLÉXICA

  • Foto del escritor: Equipo elemental
    Equipo elemental
  • 14 ago 2024
  • 3 Min. de lectura

Es una dificultad de aprendizaje de origen neurobiológico que dificulta el uso del lenguaje, es decir, aquellas habilidades de compresión y decodificación.


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De la población que evidencia dificultades de aprendizaje (DEA) el 80% son disléxicos, por lo que se convierte en la DEA más común, tanto en niños como en adultos. Además de los síntomas más conocidos, como la dificultad para leer con fluidez, la comprensión lectora y la ortografía, la dislexia puede afectar habilidades y actividades cotidianas como la sociabilización, la memoria y el manejo de estrés.


La dislexia no tiene que ver con la inteligencia, no es un problema de vista, ni está relacionado a la vagancia, sino que es un trastorno del aprendizaje con el que las personas nacen. La licenciada en fonoaudiología especialista en trastornos del lenguaje, Paula Fernández, afirma: “La dislexia no se cura, se compensa mediante estrategias”.


Aunque no desaparece con la edad, existen métodos de enseñanza y estrategias para ayudar a las personas a mejorar las habilidades lectoras y afrontar los desafíos que se les puedan presentar. En este sentido, la especialista asegura que las principales estrategias son: fomentar la lectura, la lectura dialógica y el desarrollo de la conciencia fonológica, que permite que las personas reconozcan y utilicen los sonidos del lenguaje hablado.


“Aunque hay un poco más de conciencia sobre la dislexia todavía hay mucha desinformación y falta de formación docente y hay una creencia errónea de que es un problema exclusivo de la infancia, por lo que, según diversos estudios, hay una proporción significativa de adultos que permanecen sin diagnosticar y sin acceso al apoyo y recursos adecuados”, explica Fernández.


Según la Organización Internacional Dislexia y Familia, el principal problema que tiene la dislexia es que no es compatible con nuestro sistema educativo y el derecho a la adaptación del material escolar se vuelve fundamental para los estudiantes con dislexia, ya que permite que accedan a las mismas oportunidades de aprendizaje.


Algunas de las medidas para la enseñanza en las aulas que ayudan a los estudiantes con dislexia apuntan a evitar que el alumno copie enunciados o información escrita, letra grande en los textos, el uso de esquemas y refuerzos visuales o auditivos, como audiolibros o aplicaciones para pasar de texto a voz.


De igual manera, Fernández resalta la importancia del rol de contención que ocupa la familia en el proceso, quienes al interesarse y asesorarse con profesionales logran comprender mejor a la persona con dislexia.


¿Cómo se diagnostica?


Los psicólogos escolares, clínicos, neurólogos, neuropsicólogos y fonoaudiólogos son quienes diagnostican, mediante una serie de pruebas, para descartar que existan otras patologías preexistentes de salud o trastornos que puedan causar las dificultades en la lectoescritura. También para conocer si la persona evaluada cumple con los criterios para el diagnóstico de esta dificultad de aprendizaje.


Además, el especialista evalúa la comorbilidad con otros trastornos, ya que es muy común que la dislexia se presente de forma conjunta con otras patologías de aprendizaje, como el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). El diagnóstico generalmente implica una evaluación exhaustiva en la que se investigan las habilidades académicas, el procesamiento del lenguaje, el rendimiento cognitivo y se hacen observaciones en el entorno educativo.


¿Cuál es el debate sobre el uso del término “dislexia”?


Aunque este término sigue siendo utilizado en la práctica para describir dificultades especificas en el aprendizaje, algunos especialistas cuestionan su uso porque consideran que estigmatiza y que impide encontrar las estrategias adecuadas para ayudar a cada niño en particular.

Así lo considera un trabajo de la psicopedagoga y licenciada en Ciencias de la Educación, Carmen Fusca, que advierte una “patologización de los procesos de aprendizaje” y, aunque reconoce que hay muchas personas que sufren de dificultades de lectura y escritura, destaca lo impreciso que resulta el término “dislexia” y asegura que se simplifica y unifica diversas problemáticas al reducir sus causas a un trastorno neurobiológico.


Entre quienes defienden el uso del término “dislexia” podemos encontrar a la psicóloga especialista en dificultades del aprendizaje, Sandra Marder, que resalta la importancia del sistema de salud y educativo de reaccionar de forma temprana cuando existen desfasajes en el desarrollo. “No es estigmatizar a los niños, sino todo lo contrario, supone prevenir y evitar brechas o fracasos más complejos cuando las intervenciones/tratamientos llegan demasiado tarde a la vida de los niños”, considera la especialista en su trabajo denominado “dificultades de aprendizaje de la lectura en niños/as. Investigación y viñetas clínicas de hospitales y centros de atención”.


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