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VEO VEO, ¿QUÉ VEO? EL LADO P DE LAS CIRUGÍAS ESTÉTICAS

  • Foto del escritor: Brenda Sánchez
    Brenda Sánchez
  • 29 nov 2023
  • 3 Min. de lectura

Desde la antigüedad grecorromana el ideal de belleza estuvo relacionado con ciertos criterios que aseguraban la buena forma: justa medida y proporción, armonía entre las partes, orden, racionalidad y perfección. Conceptos de los cuales queremos correr, pero, hasta el día de hoy, pareciera que ellos nos corren a nosotros.


Imaginemos a los estereotipos de belleza como cláusulas de un contrato cultural estético y a las cirugías como uno de los métodos más ¿efectivos? para cumplirlas. Si lo queremos reflejar en números, la última Encuesta Internacional sobre Procedimientos Estéticos realizada por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética revelo que, a nivel global, las intervenciones aumentaron un 11,2% en 2022 y las mujeres representaron el 86,2 % de los casos.


El informe, además de estar lleno de números se encuentra en inglés, pero lo relevante es que en Argentina se realizaron más de un millón de procedimientos estéticos, 461.589 quirúrgicos y 554.929 no quirúrgicos. En el siguiente gráfico les cuento cuales fueron las más elegidas


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La cultura de la imagen, el haber sufrido bullying en algún momento de nuestra vida o la baja autoestima son algunos factores que pueden influir en el desarrollo de una alteración psicológica llamada trastorno dismórfico corporal.


Se caracteriza por la preocupación obsesiva por un defecto real o imaginario percibido en las características físicas. Las personas que la padecen pueden estar horas pensando en cómo modificarlas o corregirlas, lo que la lleva a realizarse muchos procedimientos quirúrgicos estéticos, o realizar actividad física en exceso”, explica para el diario Ámbito la psicóloga especialista en trastornos alimenticios, Mara Fernández.


“El defecto que se percibe y los comportamientos repetitivos causan un sufrimiento emocional y psicológico significativo, lo que repercuten en la capacidad para desenvolverse en la vida diaria”, señala Fernández.



El lado Psicológico de las cirugías estéticas


Con respecto a la necesidad de realizarse cirugías plásticas, la psicóloga y docente de la Universidad de Buenos Aires, Sandra Olstein, expresa: Hay gente que puede dar otras significaciones a ese defecto que se encuentra, y hay gente que se ahoga y manifiesta que con ese tipo de nariz no puede vivir, es depende la estructura y las herramientas que cada uno tenga para desarrollar la aceptación.


La realidad es que, a partir de una malformación o un accidente puede existir una necesidad real de someterse a una cirugía estética reparadora, pero cuando es pura y exclusivamente para cumplir con los estándares de belleza, ¿se convierte en una necesidad creada por la cultura y creída por nosotros?


Por un lado, es importante remarcar que la cirugía estética reparadora o reconstructiva, además de cumplir con el objetivo estético, es funcional, ya que mejora el aspecto y función de las partes del cuerpo que presentan lesiones (a partir de enfermedades, accidentes o anomalías congénitas), mientras que las estéticas solo mejoran la apariencia de las partes del cuerpo con las cuales la persona siente insatisfacción.


Por otro lado, parte de la insatisfacción mencionada es alimentada por cada cultura, que, sin dudas, juega un rol fundamental en este ¿acuerdo? de partes subjetivo y que afecta directamente a nuestra psiquis.


“Cuando hablamos de subjetividad tenemos al otro de la cultura, determinando la construcción del cuerpo que hacemos, porque es el otro el que nos ofrece determinados significantes que hacen a la construcción de los cuerpos ideales en lo colectivo”, explica la licenciada en psicología y docente de la UNLaM, Sandra Puche, y agrega, “siempre va a haber una insatisfacción, porque el sujeto no es completo y nunca terminará de serlo”.


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Espejito, espejito ¿Quién es la mas bella del reino?


Freud, a lo largo de su bibliografía, habla del ideal del yo como modelo de perfección al que aspiramos desde la infancia. Este ideal representa el lugar en el cual, desde niños, nos sentimos amados por el otro. Cuando ese otro (los padres) es sustituido por distintos personajes de la cultura, entra en juego el relleno (no solo de bótox, ja) que propone esta cultura como oferta identificatoria, es decir, ella nos dice como tenemos que ser para ser amados por el otro y nos valida la identidad.




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Interesante… ¿no?


Desde los quirófanos, los centros de estética que nos venden tratamientos prometedores o la manicura que nos cubre las uñas con esmalte semi permanente, estamos rodeados de rincones que solo rellenan (momentáneamente) la sensación de que siempre algo nos falta.


En conclusión, somos la parte del contrato que, consciente o inconscientemente, firma el acuerdo que no solo nos dice como tenemos que ser, sino que nos ofrece múltiples facilidades para, por un lado, alcanzarlo, y, por el otro, enfrentar la frustración constante de correr detrás de algo inalcanzable como es la perfección.






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