YA NO VIENE LA CIGUEÑA
- Bruno Vallari

- 25 nov
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La baja de la natalidad preocupa y amenaza el futuro del país. Esta problemática impacta a mediano y corto plazo en ámbitos como el sistema educativo y el sistema provisional. Expertos pronostican una sostenida baja de la fecundidad hasta la próxima década.
Cuando vemos a los bebés no solo pensamos en lo adorables y lindos que son, sino que serán parte del futuro y nuestro legado en este mundo. En la actualidad, la Argentina atraviesa una baja de natalidad única en su historia desde el año 2015, lo que se traduce en menos niños en los hogares y una población cada vez más envejecida.
Durante los últimos años, distintos estudios demográficos advierten sobre este fenómeno. Entre las principales causas se destacan: el mayor acceso a la educación, los cambios en los proyectos personales o laborales, la disponibilidad de métodos anticonceptivos y sumado a esto la inestabilidad económica y la percepción que la crianza es un desafío difícil de afrontar.
La licenciada en estadística y especialista en demografía del CONICET, Lucía Andreozzi, atribuye la baja de la natalidad a varios aspectos: “Muchas mujeres no tienen hijos porque no tienen seguridad económica y deciden postergar o evitar la maternidad, pero también hay factores culturales y personales que inciden en la vida cotidiana”.
En el caso del Noroeste argentino, esta baja se hizo especialmente visible entre los años 2015 y 2020, cuando la cantidad promedio de hijos por mujer descendió de 2,39 a 1,6. Por primera vez, la región cayó por debajo del nivel de reemplazo poblacional, es decir, el número mínimo necesario para mantener estable la cantidad de habitantes.
A juicio de la investigadora, la fecundidad hoy en día es una de las medidas más importantes para entender la dinámica de la población, porque la mortalidad se encuentra en una meseta y la fecundidad es la que está bajando considerablemente en todo el mundo.
Este cambio de comportamiento no es un fenómeno aislado, sino que parte de una transformación demográfica que atraviesa a todo el país. Según las “Proyecciones probabilísticas de la fecundidad en Argentina”, elaboradas por Andreozzi, el país continuará registrando una baja sostenida en la fecundidad durante la próxima década e indican que hacia 2035 la tasa promedio podría ubicarse entre 1,4 y 1,6 hijos por mujer.
Los estudios realizados en el Noroeste argentino muestran que la disminución de la fecundidad no ocurre de manera uniforme ya que algunas provincias, como La Rioja y Jujuy, registran tasas más bajas que el promedio regional, mientras que Santiago del Estero mantiene valores algo más altos. Esta diferencia se asocia con factores sociales y económicos propios de cada zona.

Cada vez son más las mujeres que deciden tener hijos después de los treinta años, lo que modifica el calendario reproductivo tradicional. Esto refleja tanto una planificación más consciente de la maternidad como una búsqueda de estabilidad previa antes de formar una familia, explica la experta. En consecuencia, la fecundidad temprana, especialmente en adolescentes, muestra una reducción significativa en los últimos años.
“La mayor parte del descenso de la fecundidad se dio entre adolescentes, y uno de los factores fue el programa ENIA de parte del gobierno de Mauricio Macri, que garantizaba el acceso a métodos anticonceptivos e información”, sostiene Andreozzi, quien advierte que la suspensión de este programa “podría revertir esos avances”.
Las proyecciones elaboradas por la experta mostrarían que la Argentina podría mantener niveles de baja fecundidad por varias décadas asemejándose a lo observado actualmente en muchos países europeos.
Este escenario plantea una nueva etapa demográfica para el país, caracterizada por un crecimiento poblacional muy lento y una estructura etaria más envejecida.
Frente a este panorama, los expertos en demografía destacan la importancia de diseñar políticas públicas que acompañen los cambios sociales y familiares. Algunos ejemplos de estas políticas podrían ser: promover mejores condiciones laborales, facilitar el acceso a guarderías, ampliar licencias por maternidad y paternidad y fomentar la corresponsabilidad en el cuidado.
“La pregunta de traer a alguien al mundo en este momento es fuerte”, reflexiona Andreozzi. Este pensamiento es el que comparten miles de jóvenes a lo largo del país y los lleva a replantearse si realmente desean tener hijos o priorizar sus propios proyectos de vida. La incertidumbre económica, las exigencias laborales y la falta de apoyo estatal hacen que la decisión de formar una familia se vuelva cada vez más difícil.
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