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BULLYING DESDE LOS OJOS DEL AGRESOR

  • Foto del escritor: Antonella Fimiani
    Antonella Fimiani
  • 25 nov
  • 4 Min. de lectura

¿Inseguridad, necesidad de pertenecer o carencia de empatía? ¿Cuál es la realidad de quien agrede? Diversas investigaciones científicas ayudan a entender qué hay detrás de las conductas de acoso.


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Golpea, ríe, y el ciclo se repite. Nadie ve lo que hay detrás de esa mirada desafiante: miedo, soledad, una historia que no se cuenta. El primer paso para encontrar una solución es averiguar qué se intenta gritar en esos actos continuos y silenciosos.


El término bullying nació en Suecia en los años 70, tras los primeros estudios realizados por Dan Olweus y Peter Paul Heinemann, quienes expusieron el problema en el que estaba inmerso el ámbito educativo y ayudaron a desenmascarar la idea de que la escuela era un espacio pacifico y sin problemas.


En Argentina, el 70% de los niños sufren acoso escolar, es decir, 7 de cada 10 chicos utilizan la violencia para expresar algo más profundo: su realidad. Detrás de cada agresión hay una serie de factores emocionales, familiares y sociales que moldean la conducta. ¿Qué hacemos como sociedad frente a ellos?


“El bullying es una forma de intimidación de un niño hacia otros utilizada a modo de llamar la atención, de expresar sentimientos no abordados en otros ámbitos, como en la familia o en terapias que incomodan”, aseguró Florencia Balla, psicopedagoga de la Universidad Cámara Argentina de Comercio y Servicios y especialista en neuroeducación infantil.


Uno de los primeros estudios que permitieron entender al bullying como una problemática fue el reconocido Cuestionario Revisado de Bullying/Victimización de Dan Olweus, uno de los instrumentos más utilizados en el mundo para medir los casos de acoso, ya que se comprobó que tiene excelentes propiedades psicométricas.


Según Olweus, “las ventajas de este cuestionario son: brindar a los estudiantes una clara definición sobre qué se entiende por acoso, preguntar sobre el acoso ocurrido en los últimos meses y presentar una frecuencia temporal de respuesta”.


Los números aumentan y el crecimiento de casos de bullying en el mundo es abrupto. En Argentina, las primeras investigaciones, realizadas por la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, registraron un total de 14.800 casos durante 2020, cifra que aumentó a 270.000 casos en 2023. De este modo, el país se ubica como el tercero en la región con mayores indicios de prácticas de acoso y violencia intraescolar.


Un estudio de la Organización Mundial Bullying Sin Fronteras reveló un total de 140.000 casos de bullying en la Argentina, la cifra mas alta a la que se llegó.
Un estudio de la Organización Mundial Bullying Sin Fronteras reveló un total de 140.000 casos de bullying en la Argentina, la cifra mas alta a la que se llegó.


Las situaciones de acoso no aparecen de manera aislada, sino que están vinculadas a diversos factores, como conflictos familiares, falta de contención emocional, modelos de conducta aprendidos en los medios y dificultades en el desarrollo de habilidades sociales.




“Las conductas del agresor, probablemente, sean respuestas a cuestiones que están ocurriendo dentro del hogar”, advierte Balla, sobre la responsabilidad que tienen los vínculos más cercanos al victimario y agrega: “Cada familia es responsable de la crianza, de la comunicación, de acompañar al adolescente y en caso de no tener las herramientas, de pedir ayuda”.


Además, el tratamiento psicológico temprano es relevante, ya que es el espacio donde el niño puede verbalizar experiencias traumáticas vividas o cuestiones que estén afectando su salud mental y emocional.


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“Quien ejerce un rol pasivo en estas prácticas también forma parte de esta agresión, quien no comenta, quien filma, tiene la misma responsabilidad que el agresor”, aseveró la estudiosa y dejó en evidencia un tercer rol, muchas veces desconocido o invisibilizado, el del observador.

Inteligencia Emocional

A lo largo de la historia se fueron buscando distintas respuestas ante el crecimiento de los casos de bullying y una de ellas es la educación emocional, un concepto popularizado en 1995 por Daniel Goleman, psicólogo y periodista científico estadounidense, en su libro “Inteligencia Emocional”.


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El término comenzó a utilizarse en el ámbito educativo como respuesta a un problema creciente y sin aparente solución. En este contexto, la educación emocional se consolidó como un recurso clave, al promover la convivencia pacífica y responder a necesidades sociales críticas, como el manejo de la ansiedad, el estrés, la depresión, la violencia y otros factores que contribuyen al desarrollo del bullying.


Para lograr una prevención efectiva del acoso escolar es fundamental, en primer lugar, el reconocimiento de comportamientos agresivos en el menor, que muchas veces parecen invisibles en los espacios que habita. Así, se puede colaborar con el trabajo profesional posterior, en el que se aborda el aspecto emocional y psíquico del mismo.


“Es más difícil identificar quién hace bullying antes que quién lo recibe, por eso la forma de percibirlo es a través de las conductas del niño, no solo en el contexto educativo, sino también en los familiares y sociales, donde tiene que estar la mirada de la familia para poder detectar estas formas de resistencia”, fundamentó la profesional.


“La información salva, cuanto más información tenga uno de las situaciones es más fácil empezar a prevenir”, sintetizó la autorizada. La prevención del acoso escolar demuestra ser un asunto que requiere una articulación entre Estado, instituciones educativas, familias y comunidad; el escuchar todas las voces e informarse al respecto termina resultando clave para trabajar sobre estas problemáticas.

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