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CINE: UNA ALTERNATIVA A LA TERAPIA TRADICIONAL

  • Martina Ransanz
  • 19 nov 2024
  • 5 Min. de lectura

La cineterapia utiliza películas para reflexionar y aprender nuevas formas de afrontar los problemas a través de la ficción.


Te propongo algo: imagínate que estás viendo tu película favorita y, desde el primer fotograma, te dejas envolver por esa historia que te despierta risas, lágrimas, miedo o reflexiones. Estás sentado en la oscuridad, iluminado solo por la luz de la pantalla, y mientras los personajes se enfrentan a sus dilemas, vos viajas a través de ellos. Te sentís parte de ese grupo de amigos o de esa pareja, y te pasa lo mismo que a ellos. La película te lleva de la mano a ese mundo único donde lo imaginario se siente tan real como lo cotidiano. Cada diálogo o escena puede resonar en nuestro interior como un eco que nos revela verdades emocionales. Pero este viaje emocional no termina cuando corren los créditos, sino que lo que sentimos permanece, marca de alguna manera nuestra percepción de la vida y de nosotros mismos.


Ahora, ¿cómo funciona el cine para la psicología? “La cineterapia es el proceso que abarca la selección de una película adecuada, la visualización con el paciente o su asignación como tarea, y la posterior discusión sobre el tema de la película, las emociones generadas y los sentimientos del paciente”, define en un estudio piloto Maria Paula Famar, investigadora argentina.


En un principio, esto lo pensaron tres psicólogas en 1990. Linda Berg-Cross, Pamela Jennings y Rhoda Baruch se inspiraron de la biblioterapia (leer libros y luego discutirlos con tu terapeuta) para formular el concepto de cineterapia. Por otro lado, el psicólogo R. W. Marrs en 1995 plantea en su investigación sobre biblioterapia que los medios audiovisuales generan un impacto más profundo en los pacientes que la simple lectura. Gracias a ellos, se abrió paso a repensar al cine como un medio para explorar las capas más profundas de la mente, donde las películas nos permiten reflejarnos en otros para despertar pensamientos y emociones propias.


En 1999, el escritor Daniel Mangin plantea en uno de sus artículos que, si las películas pueden incitar comportamientos violentos, también tienen el potencial de promover actitudes y pensamientos positivos. Así que, ya en 2002, los investigadores Connie Sharp, Janet Smith y Amykay Cole definen a la cineterapia como tal desde un enfoque terapéutico.


Consiste en seleccionar películas cuidadosamente para que los pacientes las vean como parte del tratamiento, con un seguimiento que explora sus reacciones y emociones durante las sesiones. Esto impulsó a algunos psicólogos a incorporar el cine en sus prácticas para demostrar que las películas no solo ofrecen entretenimiento, sino que se convierten en un espacio para el autoconocimiento y el trabajo emocional en un entorno terapéutico.


En las producciones, hay escenas que se convierten en una experiencia que va más allá de lo visual, tocando fibras profundas del espectador y permitiéndole vivir una experiencia emocional completa. En la escena final de mi película favorita “La sociedad de los poetas muertos”, los alumnos, inspirados por la influencia transformadora del profesor John Keating (interpretado por Robin Williams), le rinden un emotivo homenaje tras su despido injusto: se ponen de pie sobre sus escritorios y, en un silencio, lo despiden con el poderoso “¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!”. Los rostros de admiración de los estudiantes, combinados con la emocionada del profesor, crean una narrativa sin palabras, generando un diálogo interno que potencia la identificación con los personajes y empatía con la situación.



Esta escena final de la película no solo permite que el espectador explore sus propias emociones de gratitud, pérdida o incluso rebelión frente a la injusticia del despido del profesor que tanto les enseño, sino que también se convierte en una herramienta para conectar con sentimientos de inspiración y autenticidad. Al lograr que el público se identifique con las emociones de los personajes y viva el acto de lealtad y reconocimiento que hacen los alumnos, la escena impulsa a la reflexión y el autodescubrimiento, elementos clave en la cineterapia.


Muchos expertos coinciden en que esta técnica, complementaria a la terapia convencional de diván, puede ser creativa y accesible para reforzar y acelerar aspectos clave del proceso, como brindar esperanza, replantear problemas, ofrecer modelos de conducta positivos, fortalecer la autoestima, mejorar la comunicación y ayudar a los pacientes a clarificar sus valores.


“Se requiere compromiso y una formación especializada (del terapeuta) para utilizar la cineterapia con un paciente ya que puede aplicarse en distintos trastornos según las necesidades de cada persona. Debido a la falta de investigaciones empíricas específicas sobre cineterapia, no se cuenta con un instrumento que permita medir exclusivamente la efectividad de esta técnica”, explica la investigadora.

No obstante, algunos estudios realizados anteriormente por diferentes investigadores demostraron beneficios en ciertas variables importantes, tales como la modificación de esquemas mentales, la reducción de síntomas relacionados con determinados trastornos, y el avance en la psicoeducación sobre dichas condiciones.


A prueba: un estudio argentino sobre cineterapia


En un estudio piloto realizado en Mendoza por la terapeuta Famar y el científico del CONICET Leandro Martin Casari, se seleccionó a un grupo de seis pacientes ambulatorios en tratamiento por adicciones para que se sometan a 3 sesiones de cineterapia. El objetivo de la investigación fue evaluar la eficacia del cine como herramienta de la terapia en pacientes con adicciones.


La pregunta que se hizo en el estudio fue ¿cómo el cine puede afectar a las personas con adicción?. Para evaluar los cambios en las estrategias de afrontamiento y el progreso de los pacientes que provoca la terapia de la cineterapia, se utilizaron dos instrumentos clave: University of Rhode Island Change Assessment (URICA) y el Inventario de Respuestas de Afrontamiento para Adultos (CRI-A).


La URICA mide el avance en los estadios de cambio de las conductas adictivas a través de la respuesta de los pacientes a una serie de afirmaciones. Este procedimiento permitió identificar si los sujetos se enfrentaban o evitaban los problemas, mostrando que las películas podían influir positivamente en las estrategias de afrontamiento de la mayoría de los pacientes. Mientras tanto, el CRI-A realiza una serie de preguntas para examinar las estrategias mentales que utiliza una persona al afrontar el estrés. La prueba reveló avances en tres de los seis pacientes, aunque en otros dos no se observaron cambios significativos.


Por eso, se proyectaron tres películas: The Blind Side (2009), To the Bone (2017) y Click (2006), cuidadosamente seleccionadas porque tenían personajes con los que los pacientes podían identificarse, abordaban problemas de forma metafórica como la adversidad, la superación personal y las segundas oportunidades, desde una perspectiva accesible y esperanzadora con modelos de comportamiento positivo. Luego de verlas, los sujetos debatían y reflexionaban sobre la historia, así como de las situaciones que enfrentaban los personajes para luego responder los cuestionarios.


A pesar de los resultados prometedores, este estudio tuvo algunas limitaciones. El reducido número de pacientes y la falta de un grupo de control hacen que deban interpretarse con cautela. No obstante, se considera un importante primer paso en la investigación sobre el uso del cine como herramienta terapéutica en el tratamiento de las adicciones y, con futuros estudios más amplios, se espera que la cineterapia pueda consolidarse como una técnica complementaria para la psicología.


La autora del estudio piloto remarca que los resultados observados posicionan a la terapia por medio de la proyección de películas como “una posible herramienta atractiva y efectiva” para los pacientes en tratamiento por adicciones. Los beneficios contemplados en la investigación fueron mejorías en la apertura emocional, la autoeficacia de los pacientes y en la creación de una alianza terapéutica entre los pacientes y el terapeuta. Aunque no se observan cambios radicales de inmediato, las películas parecen ser un recurso poderoso para complementar el tratamiento tradicional.


Fuentes

Famar Martinez, M. P., Casari, L. M. (2018). "Cineterapia y adicciones : el cine como herramienta de la terapia en pacientes con adicciones : un estudio piloto". Revista Española de Drogodependencia https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/9228

Berg-Cross, L., Jennings, P. y Baruch, R. (1990). "Cinematerapia: teoría y aplicación". Psychotherapy in Private Practice. https://doi.org/10.1300/J294v08n01_15

Marrs, R. W. (1995). "A meta-analysis of bibliotherapy studies". Am J Community Psychol. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/8638553/

Mangin, D. (1999). "Film therapy". Salon. https://www.salon.com/1999/05/27/film_therapy/

Sharp, C., Smith, J. & Cole, A. (2002). "Cinematherapy: Metaphorically promoting therapeutic change". Counselling Psychology Quarterly. https://www.researchgate.net/publication/247507765_Cinematherapy_Metaphorically_promoting_therapeutic_change

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