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DENGUE: EL ENEMIGO SILENCIOSO

  • Agostina Messina
  • 19 nov 2024
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 26 nov 2024

Argentina se enfrenta a la peor ola de dengue de la historia y, si bien existen campañas de prevención y programas de vacunación: ¿Qué hay detrás de tantos aumentos?



Mosquito: 1. m. Insecto díptero de pequeño tamaño, con patas largas y finas, y dos alas transparentes que producen un zumbido agudo parecido al sonido de una trompetilla, cuya hembra chupa la sangre de las personas y de los animales de piel fina, produciendo con la picadura inflamación rápida acompañada de picor.



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De esta manera define al mosquito la Real Academia Española. Todos sabemos qué es un mosquito, cómo luce y qué lesiones provoca, pero, ¿Sabías que es la primera causa de mortalidad por insectos en el mundo? ¿Qué existen más de 2500 especies?, o ¿Qué Argentina atraviesa la peor invasión de una de sus especies?.


Bueno, la respuesta a todas estas preguntas son afirmativas. El mosquito (sí, así como lo ves) es el insecto que más muertes genera en el mundo cada año, con más de un millón por año. Existen más de 2500 especies que viven en todo el mundo y nuestro país actualmente sufre el peor brote de dengue de la historia.

 

Los mosquitos de la especie Aedes Aegypti se dividen entre los que se alimentan a base de sangre humana (hembras) y los que se alimentan exclusivamente a base de néctares y savia (machos).

Y, de acuerdo con la bióloga Carola Soria, "en el caso de las hembras, luego de una ingesta suficiente de sangre pueden depositar entre 100 y 300 huevos, con una expectativa de vida de solo 30 días”. Además de contar con las características ordinarias de cualquier mosquito, el Aedes trae un bonus: la capacidad de actuar como vector de un virus, o en palabras más simples, tiene el poder de contagiarte alguna enfermedad.

 

Argentina lidia con la presencia de este mosquito desde hace décadas, por lo que es esencial entender de qué manera esta enfermedad, que en un principio parecía un problema menor, terminó posicionándose como una de las principales preocupaciones de los argentinos cuando comienza el calor.

 

Otra de las cuestiones más importantes es que el Aedes Aegypti no solo puede transmitir el virus dengue, sino que también puede albergar y contagiar enfermedades como el Zika, la fiebre amarilla, encefalitis, entre otras. Pero antes de hablar sobre la actualidad del dengue en Argentina vamos a retroceder un poco para entender un poco mejor qué es este insecto, de dónde proviene y desde cuando nos enfrentamos con él.



Un poco de historia:

A finales del siglo XIX, el dengue comenzó a propagarse por Sudamérica y América central. Llegó a la Argentina en 1899, cuando personas enfermas llegaron en barco desde Brasil, poco después, en los años 1905 y 1911 se registraron casos en las provincias de Chaco y Misiones. Finalmente, 5 años después, en 1916 un brote epidemiológico se extendió a lo largo del Río Uruguay.


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Seguidamente, a mediados del mismo siglo la Organización Panamericana de la Salud (OPS) puso en marcha la campaña de erradicación de Aedes Aegypti para la prevención de la fiebre amarilla urbana. De esta manera, el dengue disminuyó significativamente no solo en Argentina, sino en todo el continente, por lo que en la década de los 70 todo el territorio quedó libre de la presencia del mosquito transmisor.

 

Pero, debido a que no todos los países erradicaron al mosquito en su totalidad, se produjo una reinfestación en casi todo el continente en poco tiempo, ya que las condiciones climatológicas, ambientales y poblacionales eran (y son) ideales para la proliferación del mosquito.


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Entre apariciones esporádicas y casos aislados en algunas provincias del país llegamos al 2009, año en el que se produjo el primer gran brote a nivel nacional, con un número total de 25.000 casos. Además, aparecieron casos autóctonos en provincias donde no había registro previo. Los siguientes grandes brotes que sufrió Argentina fueron en el año 2016, con 40.000 casos confirmados; en el 2020 con 59.000 casos; y el actual.


El dengue hoy

En lo que va de 2024, Argentina tiene registrados 577.626 casos en total, un 90% autóctonos. Puede que medio millón de personas parezca poco en un país con 47 millones de habitantes, pero si consideramos los números de los 3 años anteriores, se observa un  incremento enorme en el número.

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En este punto es importante definir a este problema como una enfermedad endémica, y no epidémica, ya que la presencia del virus en los últimos años fue constante, con ciertas variaciones, pero nunca interrumpida. La diferencia entre las dos definiciones es que la epidemia se propaga rápida y efectivamente en área concreta, mientras que la endemia es la aparición constante o crónica de una enfermedad en una zona determinada.


“No hay una única razón que explique el aumento año a año, sino una interacción entre diferentes factores que permiten que el mosquito transmisor prolifere y se mantenga en densidades poblacionales altas, las poblaciones del mosquito Aedes aegypti se favorecen por los veranos más largos, inviernos más cálidos y cambios en los patrones de lluvia, posiblemente relacionados con el cambio climático”, comenta la bióloga Soria.

 

Si bien el aumento de casos en los últimos cuatro años es observable en todo el mundo, el epicentro del problema radica en el cono sur, siendo Brasil el principal país con casos, con 9 millones en lo que va del 2024, seguido por Argentina. La diferencia entre los dos países es muy notoria, pero se debe tener en cuenta la cantidad de habitantes que hay en cada país, y sumarle el factor clima, ya que en Brasil hace calor casi todo el año.


Volviendo a Argentina, las provincias del norte son históricamente las más golpeadas cuando de enfermedades endémicas se trata, el mal de chagas (enfermedad provocada por un parásito que transmite la vinchuca), el paludismo o malaria (provocada también por la picadura de un mosquito), y finalmente el dengue.

 

Por otra parte, el sur del país es la región con menos contagios del país, pero esto en un futuro podría cambiar. “En los últimos años las temperaturas del invierno no fueron tan frías, por lo que los Aedes aegypti pueden nacer antes y sobrevivir más, posiblemente hay una tendencia a que empecemos a tener al mosquito presente mas tiempo durante el año”, advierte Soria.

 

Las razones

Según la bióloga, el cambio climático está asociado al aumento desmedido, pero no es la única razón, ya que además “el mosquito prefiere alimentarse de humanos y es doméstico, en las viviendas encuentra recipientes con agua para la reproducción; refugio para los estados adultos; vegetación para alimentarse y una fuente de alimento de sangre para las hembras”.

Estas condiciones generan que el mosquito no se disperse y permanezca en la vivienda donde se crió. De esta manera, el insecto que porta el virus puede picar a varias personas que convivan en una misma casa, mismo edificio o misma cuadra, y contagiarlas a todas por igual.


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La gente también dispersa el virus, a través de viajes nacionales o internacionales facilita la propagación del mismo. “Las personas pueden transportar el virus sin saberlo de una zona endémica a una no endémica -afirma la bióloga- lo que aumenta la probabilidad de transmisión local en áreas donde el mosquito vector está presente”.

 

Finalmente, la falta de información y programas que “anticipen la explosión de la transmisión” tienen un rol clave en lo que respecta al aumento de casos y focos en los hogares, ya que la gente “no reconoce el estados de larvas y pupas, lo que hace que sea muy difícil evitar los criaderos”.

 

Sumado a todas estas razones y factores existe algo más (sí), y es el ambiente social y el ambiente físico. Estos dos factores son indispensables para que el contagio y proliferación del mosquito sea efectiva.


¿Qué son el ambiente físico y el ambiente social?

El ambiente físico es una de las dos aristas que conforman un ambiente propicio para la dinámica de transmisión del virus. En este caso está compuesto por latitud, altitud, humedad relativa y temperatura. Mientras que el ambiente social está conformado por la densidad poblacional, viviendas inadecuadas, estado socioeconómico, urbanización no planificada, entre otras.

 

 

Todas estas cuestiones parecen ser problemáticas sin retorno, ya que la mayoría de los factores que favorecen la presencia del mosquito están directamente relacionados con motivos que exceden completamente a la población. El clima, la geografía, los países limítrofes, sumado a los mosquitos que nacen antes y viven más, entonces es muy probable que a esta altura te estés preguntando ¿existe alguna solución?.


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La respuesta es: sí. No todas son malas noticias, todavía existen varias herramientas que pueden ayudar a controlar esta enfermedad, ninguna de ellas es una solución definitiva, pero sí mejorarían notablemente la calidad de vida de las poblaciones.

 

“No es posible erradicar al mosquito ya que es imposible quitarle todos los sitios posibles que tiene para reproducirse, ya que incluso puede poner huevos en cualquier lugar que acumule un poco de agua, incluyendo las axilas de las hojas (especie de canaleta formada entre la hoja y el tallo)", explica la bióloga.

 

Con respecto al control de la enfermedad asegura: “El control vectorial propuesto por la OPS es considerada la manera más efectiva y viable para evitar la circulación del virus, esto consiste en mantener bajas a las poblaciones de mosquitos para que no sea posible la transmisión y posterior brote”. Es decir, que al haber menos mosquitos vectores, el dengue reduce exponencialmente su circulación.


Combatir desde la educación:

Para la científica, las estrategias de prevención y control, que incluyen la educación y participación comunitaria para el manejo ambiental, son “más efectivas que rociar con insecticidas”. A través de la educación es posible instruir a las personas y brindarles herramientas que les sean útiles en todo momento.

 

“No hay una única solución” ya que “hace falta entender el problema con las particularidades locales que permitan reconocer cual es la mejor estrategia de prevención”, sostiene.


Desde aprender a reconocer todas las fases del ciclo de vida del mosquito como el huevo, pupa, larva, y finalmente su fase adulta, reconocer los síntomas de la enfermedad, descacharrar y mover cualquier objeto donde puedan reproducirse, hasta la intervención del Estado a través de programas como el manejo vectorial. Es elemental que la población tenga la mayor información posible al alcance de la mano de manera activa y constante en conjunto con la presencia de políticas adecuadas acorde a la situación específica de cada provincia. 

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