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INTROSPECCIÓN O RUMIACIÓN: EL LADO B DE LA AUTOOBSERVACIÓN

  • Foto del escritor: Sofia Raznoznik
    Sofia Raznoznik
  • 25 nov
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 26 nov

Mirar tanto hacia adentro puede ser un problema. Entre pensar y pensar demasiado, hay una delgada línea, ¿En qué lado de la mecha te encontras? Una investigación indaga sobre las causas de la rumiación.


⚠️ADVERTENCIA⚠️
Esta nota ha sido interferida. 
Pensamientos insistentes obstaculizan la escritura. 

—Esta es una nota de…


(Muy formal)


—¿Nunca te has puesto a…?


(No. No es tu amigo. Esforzate un poco más)

—¿Qué pasaría si…?


(Tampoco. Parece una charla, ¿Y si te equivocas? Siempre te pasa lo mismo)


...


¡Uffff! ¡Qué difícil! Y eso que ni empecé.


(Enfocate. Rápido. Más rápido. Que lenta sos)


...


Así no se puede escribir.  


En realidad, no se puede hacer nada. 


Si existiera un ranking de las formas más extrañas de cuidar la vida de alguien, el cerebro estaría en el primer puesto por su manera de prevenirnos contra catástrofes que solo él puede ver. Pero, ese proceso se puede convertir en nuestro peor enemigo. Cuando eso sucede aparece la rumiación.


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Fuente: Pinterest


En un artículo académico,(repositorio.uflo), Barbara Bofill y Romina Revilla explican cómo la rumiación afecta directamente a los procesos cognitivos asociados a la construcción de la realidad individual.


El término “rumiación” tiene un origen curioso: “Viene un poco de la rumiación de las vacas —explica Bofill—. Ellas mastican, tragan, devuelven y siguen masticando, lo mismo pasa con el pensamiento”.


La rumiación, o también conocida como vagabundeo mental, genera pensamientos recurrentes, normalmente negativos, que la persona no escoge conscientemente, pero que repite una y otra vez. De este modo, se puede generar pesimismo, dependencia, autocrítica desmedida, y afectar la memoria, la atención, la percepción y la resolución de problemas. Cambia la forma en la que se percibe el mundo y se actúa en él.


Imagen sacada de Instagram:@cementeriodelibros
Imagen sacada de Instagram:@cementeriodelibros

¿Y si hubiera dicho otra cosa? ¿Y si no puedo?¿Y si estoy rumiando?

No existe un único escenario en el que una catástrofe irreparable pueda ser imaginada y proyectada por los cerebros, y ocurre en los espacios más habituales y cotidianos de la vida.  


“Supongamos que una persona tiene que exponer en su clase mañana frente a 50 personas, —sostiene Ian Reyes, especializado en Psicología Conductual—, lleva días preparando esta exposición, sabe que conoce el tema y que nada puede salir mal”. Y, sin embargo, la idea de que algo puede salir mal, se repite.  


Asimismo, el psicólogo explica que el sujeto suele repasar múltiples veces el material, consumir cafeína para mantenerse despierta la noche anterior, lo que conlleva a que, sin saberlo, acabe por ser más proclive a estar -“fisiológicamente vulnerable” y de que precisamente algo malo ocurra. 


Fuente: Pinterest
Fuente: Pinterest

“La persona anticipa cosas que pueden pasarle, en su mayoría negativas, y lo hace todo el tiempo a través del pensamiento”, afirma Reyes. Según el experto, esta reiteración del ¿y si…?es característica de la rumiación. Puede parecer una forma de cuidarse, de “buscar estar bien”, pero en realidad, genera sufrimiento.


¿Introspección saludable o rumiación?

Un artículo publicado en Psychology Today (PsychologyToday), pone en debate la delgada línea que divide a estos dos procesos mentales, entre una actitud saludable hacia sí misma y una faceta destructiva que puede ser autocrítica, abnegada, paranoica y desconfiada.


De este modo, también se menciona que cuando algo funciona de forma intermitente (como cuando un niño le pide chocolate a sus padres), esos comportamientos tienden a ser muy resistentes al cambio, lo que se llama la trampa del refuerzo intermitente.


La diferencia radica en la acción.  La introspección implica reflexión dirigida hacia un objetivo y un paso hacia adelante, pero cuando el pensamiento introspectivo se desborda, se transforma en rumiación, donde el propio pensamiento corre detrás de sí mismo. 


La rumiación no se elige, simplemente aparece. “Es recontra parásito, —describe Boffil—, porque se alimenta de la propia energía de la persona y crece con ella, uno siente que no puede controlarlo, y termina afectando todo”.


Como un bicho con hambre voraz, la rumiación devora la calma de forma silenciosa, lo que genera un desgaste mental persistente.  “La rumia intensifica los estados emocionales; una ansiedad que tal vez estaba en una escala del uno al diez pasa a ser un diez constante”, advierte el experto. Esa tensión sostenida termina empujando, muchas veces, al aislamiento, a la evitación de vínculos y al refuerzo del guión interno: “¿Y si no puedo?”, “¿Y si soy rara?”, “¿Y si me ven débil?”. 


Fuente: Pinterest
Fuente: Pinterest

Una persona podría creer ilusoriamente que sobrepensar es protegerse, tiene una percepción positiva del sobrepensar, entonces se hace más difícil porque la persona, claramente, al tomarlo como una estrategia positiva, no lo ve como la posible causa de su malestar. Reyes plantea que “sería asintomática en ese sentido, siente que hacerlo le previene de catástrofes peores”.


Asimismo, Bofill lo explica con humor: “A vos te pueden decir que un señor gordo con barba, se sube a un trineo volador con renos mágicos y que, en una noche, reparte todos los juguetes a todos los niños del mundo. Además, él sabe lo que querías y te lo trae”. La construcción del juicio de un niño queda, entonces, en manos de un ser todopoderoso, el adulto responsable, que define qué es real, interpreta los sucesos y administra aquello que, por lo general, hace que un chico espere las 00:00 del 24 de diciembre con una emoción apenas controlable: la promesa del regalo.


La toma de decisiones, la lógica, la parte que hace humanos, se ubica en la corteza prefrontal, (zona que, para decirlo de manera técnica y elegante, es lo que evita que reaccionemos como una vaca). De esta forma, la académica explica que, antes de los ocho años, al no estar completamente desarrollada,  todo lo que sea dicho sobre nosotros mismos lo tomamos como verdad irrefutable.


Por eso, en esa etapa, si el adulto dice que existe un señor en trineo volador, existe. Y si ese mismo adulto opina algo sobre nosotros, también existe. Aunque después la corteza prefrontal crezca, se active y pase años intentando desarmar todas esas verdades recibidas con moño navideño.


“Muchas veces la rumiación arranca por haber escuchado afuera, ya sea familia, pareja, amigos, cosas que después te decís a vos misma”, reconoce la investigadora. Pensamientos como “soy un inútil” o “siempre fui muy intenso” se repiten e internalizan, transformándose en un guión interno.


...


⚠️ADVERTENCIA⚠️
Nueva intromisión.

(Soy muy lenta, siempre fui así)


(No sirvo para esto)


(Siempre va a ser así)


...


¿Qué pasa en Argentina?

En el contexto argentino, este tipo de pensamiento parece encontrar terreno fértil. “Nuestra propia cultura está muy alineada con la anticipación de cualquier catástrofe, hay un contexto cultural que abriga esta forma de pensar”, considera Reyes. Es decir: cuando la sociedad entera está estructurada bajo el prisma de “que algo malo va a pasar”, la rumiación encuentra apoyo externo para instalarse.


La incertidumbre económica, laboral, la inestabilidad política y la memoria colectiva argentina marcada por crisis sucesivas moldearon una forma de mirar el futuro con desconfianza.


Imagen sacada de Instagram: @Psic.joelarmenta
Imagen sacada de Instagram: @Psic.joelarmenta

Era de esperarse que las redes sociales tuvieran influencia en el proceso de rumiación. ¿De qué otra forma alguien sabría que hablar o vestirse de cierta manera “da cringe”? ¿O que su vida, comparada con la del resto, parece un fracaso?


Bofill lo sintetiza: "Si alguien actúa como si siempre estuviera frente a una audiencia que la observa y califica, termina desarrollando una estrategia para protegerse: sobrepensar”.


Como cambio el uso de las redes sociales en Argentina entre 2021 y 2025


Grafico creado con Flourish


Cada punto representa un volumen relativo de usuarios o preferencia por plataforma. Los colores identifican cada red social. La comparación muestra cuantos usuarios "ganaron" o "perdieron" entre 2021 y 2025.


Un informe de Amnistía Internacional advierte que el uso intensivo de redes como TikTok (con más de 38 horas mensuales en Argentina en algunos segmentos) o WhatsApp , agrava la sensación de sobrecarga mental con sus ideales de salud y de “felicidad”. 


"Es raro que los calme y los apacigüe”, apunta la profesional y agrega que “mucha gente encuentra anestesia, entonces quizás en el momento que está scroleando así, no se da cuenta, pero está cargando información de más para seguir rumiando”. 


El informe evidencia la tendencia de los jóvenes a procesar su malestar mediante autodiagnósticos y consumos de contenidos sobre salud mental sin respaldo profesional o científico. De esta forma, el algoritmo de TikTok (que sumó más de cinco millones de usuarios argentinos entre 2022 y 2023) tiende a “reivindicar” el sufrimiento: cuanto más se busca sobre ansiedad o trauma, más contenido similar aparece, lo que refuerza el bucle.


Una estrategia es volverlo concreto,—sugiere Reyes—, por ejemplo, cuando lo escribo en una hoja, a mano, todo eso que estoy pensando, lo leo una vez, lo doblo y me lo guardo en el bolsillo. Y me digo que cada vez que venga otra vez esa pensadera repetitiva, me llevo la mano al bolsillo y digo: ´acá está mi mente´, ¿Por qué? Porque mucho del sufrimiento humano va cuando la persona se unifica con eso que piensa”.


⚠️ADVERTENCIA⚠️

(Ya tengo que terminar la nota)

(¿Y si lo intento de vuelta?)


...


Fuentes






1 comentario


calonso949
25 nov

Muy interesante el concepto de rumiación, no lo conocia. Excelente nota!

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